Prysmian Group está ejecutando inversiones por un importe de 100 millones de euros en sus fábricas de cables de última generación en Italia y, sobre todo, Finlandia. La compañía está enfocándose en las conexiones marítimas, entre las que destacan las de los parques eólicos situados aguas adentro, las de las islas y las interconexiones entre estados, imprescindibles para el desarrollo del mercado energético único de la UE.
elEconomista ha sido invitado a conocer de primera mano la factoría de cables de Pikkala, en Finalndia, junto con un selecto grupo de medios, la patronal eólica europea, Wind Europe, y varios clientes, como 50 Herz, uno de los transportistas de electricidad de Alemania.
La fábrica de Pikkala está especializada en conexiones marinas y subterráneas, tiene 700 kilómetros de conducciones de cables, o, mejor dicho, de supercables: se necesitan de tres a cuatro meses en construir un kilómetro -un metro pesa alrededor de 100 kilos- y disponen de tres secciones de alto voltaje para electricidad y dos secciones de fibra óptica para telecomunicaciones. "Es el producto más moderno del mercado", destaca Massimo Battaini, vicepresidente de Proyectos Energéticos de Prysmian.
Prysmian es uno de los líderes mundiales en la fabricación de cables para electricidad y telecomunicaciones. En 2015 facturó 7.361 millones, un 5,3 por ciento más que en el ejercicio precedente, con un beneficio de 214 millones. Cuenta con 19.000 empleados en 50 países y con 88 fábricas y 17 centros de investigación y desarrollo.
En España tiene cinco centros de producción especializados en fabricar cables eléctricos y de telecomunicaciones, cables especiales y accesorios asociados al mundo de la energía. Es histórica su fábrica de Barcelona, inaugurada en 1901, donde ha operado bajo la marca Pirelli hasta que se refundió en Prysmian a mediados de la pasada década
En el ámbito energético, concentra su actividad en la transmisión de electricidad; de hecho, los operadores de las redes de alta tensión representan el 80 por ciento del negocio. En la actualidad está enfocándose en las conexiones marinas, para islas -tiene mucho interés en las que REE planea en Baleares y Canarias- y para parques eólicos ubicados aguas adentro -off shore en inglés-, así como en las conexiones subterráneas en alta tensión y corriente continua, como la última conectada entre España y Francia, que cuenta con sus equipos.
Negocio en auge
El negocio no pinta nada mal, tanto por el auge de los parques eólicos marinos -hay 63,5 GW en proyectos-, como por los objetivos de interconexión establecidos por la UE: la Comisión quiere que en 2020 los Estados cuenten con una capacidad de interconexión del 10 por ciento, que deberá subir al 15 por ciento en 2030. Según los cálculos de Bruselas, sólo alcanzar el primero de esos dos objetivos precisa invertir 10.000 millones.
Las redes en alta tensión afrontan cada vez más rechazo de la población afectada por los tendidos, razón por la que se empieza a optar por construirlas subterráneas; a la postre, como destaca Battaini, "se evitan problemas y las líneas puedan ponerse en servicio en los plazos fijados".
Ahora bien, hacerlo así es muy caro, entre tres y ocho veces más que una línea aérea convencional -la última interconexión entre España y Francia exigió 700 millones-, pero empieza a considerarse un mal menor: 50 Herz ha decidido colocar bajo tierra una línea de alta tensión de 800 kilómetros, que debe transportar la energía generada por los parques off shore del Mar del Norte con las regiones industriales del sur germano.
Si en tierra es la oposición social la que impulsa el negocio, en el mar no hay otra opción que utilizar supercables, tanto para conectar los parques eólicos como los territorios insulares, ya sea entre sí o con el continente, para reforzarlos y abaratar el coste de la energía.
Los parques eólicos marinos son una de las grandes apuestas por la energía renovables de la UE. En la actualidad hay 84 parques con características off shore repartidos en 11 socios comunitarios, con una potencia instalada de 11 GW. Además hay seis proyectos en desarrollo, en Alemania, Holanda y Reino Unido, que suman 12,9 GW, y más de 60 GW previstos.
Prysmian ha lanzado recientemente un cable -66 kV EPR- que reduce un 15 por ciento el coste para los parques off shore. La última innovación, con técnicas láser, ahorra otro 10 por ciento de coste, un mes y medio de fabricación y es el primero totalmente reciclable.
Una conexión marina de 750 millones
Un buen ejemplo de los cables fabricados por Prysmian en Finlandia es el que evacuará la energía del parque eólico de Wikinger, que Iberdrola promueve en las aguas del norte de Alemania. Con una longitud de 90 kilómetros, ha tenido un coste de 750 millones de euros, sufragados entre el operador germano 50 Herz -ha corrido con la mayor parte- , Iberdrola -le han correspondido 60 millones- y E.ON, puesto que también transportará la generación de otra planta eólica de su propiedad.
El cable tiene tres secciones, una para cada parque, mientras que la tercera la usarán ambos, según las necesidades. Cuando se iniciaron los trabajos para tenderlo en el lecho marino hubo que ir con mucho cuidado, porque atravesaba una zona en la que había munición sin explotar de la Segunda Guerra Mundial; encontraron dos artefactos que entorpecían las obras y hubo que sacarlos y detonarlos. "Nunca sabes lo que hay en el fondo del mar", dice Raul Gil, director de Operaciones Submarinas de Prysmian.
Finlandia apuesta por la nuclear
El viaje a conocer la fábrica de Prysmian en Finlandia ha incluido una cena con Riku Huttunen, director general de Energía del Gobierno finés. El funcionario dirigió unas palabras a los asistentes para exponer la política energética del país.
Explicó que su país es muy frío y cuenta con industrias electrointensivas, razón por la que demanda mucha energía. No dispone de combustibles fósiles -sólo turba semifósil- y sí mucha biomasa, que cubre el 25 por ciento de sus necesidades, "más que el petróleo", puntualizó. También goza de buenas interconexiones, que le permiten importar la mitad de la electricidad desde Noruega y Suecia.
Sin embargo, en enero batió su récord de demanda puntual -unos 50.000 MW- y afronta problemas de capacidad, razón por la que quiere aumentar la potencia instalada.
Aumentar la capacidad
Parte de esta nueva capacidad ha de ser renovable: en 2020 tiene que alcanzar un 50 por ciento de fuentes limpias desde el 38 por ciento actual. Confía en conseguirlo gracias a los biocarburantes y algo de eólica, pero no mucha: "Cuando más frío hace es cuando menos viento hay", dijo, aclarando que por eso el Gobierno no deposita muchas esperanzas en el viento. Ahora hay 1.200 MW, que deberían doblarse con un nuevo paquete de ayudas en fase de diseño.
La gran apuesta es la energía del átomo: "Finlandia confía en la energía nuclear", que ya cubre un tercio de la demanda, "y quiere construir más centrales", dijo, sin hacer más comentarios ni aceptar preguntas de los periodistas asistentes, de Alemania, Polonia, Italia y España.
En Finlandia se está construyendo la central nuclear de Olkiluoto desde 2005 -tenía que haberse terminado en 2009-, que acumula sobrecostes por el triple de lo originalmente presupuestado, unos 3.000 millones de euros, y que le ha acarreado al fabricante Areva unas pérdidas de 3.900 millones.