El Plan estratégico de Repsol entre 2016 y 2020 incluye la venta de activos por un importe de 6.200 millones de euros, una reducción de la inversión del 38 por ciento y otras medidas que le permitirán ahorrar 2.100 millones anuales a partir de 2018. Se basa en la asunción de que el precio del crudo rondará los 50 dólares por barril durante todo el período. La empresa mantendrá el dividendo de los últimos años -alrededor de un euro por acción, con la fórmula de scrip dividend- y reducirá su deuda en 6.500 millones de euros, un 40 por ciento menos que al cierre de 2014.
A la vez, la empresa espera aumentar su resultado bruto operativo (ebitda) desde los 5.400 millones estimados para este 2015 hasta alcanzar los 7.900 millones. En otro escenario alternativo, con el crudo subiendo hasta los 90 dólares, el ebitda se duplicada hasta los 11.500 millones de euros.
"Foco, foco y foco". Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol, empleó reiteradamente esa palabra ayer, durante la presentación del Plan, no por casualidad bautizado como Valor y resiliencia. Valor porque la compañía tiene que demostrar lo acertado de la adquisición de Talisman, cerrada en mayo por 10.400 millones de euros, y Resiliencia porque en tiempos de agitación es la mejor de las virtudes.
La empresa da por cerrada la etapa anterior, focalizada en el crecimiento, para enfocarse en la gestión de sus activos, evaluados en 44.000 millones de euros. Como expuso Imaz, "tras la adquisición de Talisman contamos con una cartera amplia que se puede gestionar y extraer valor".
Aumento de la producción
Esta gestión llevará a la empresa a incrementar su capacidad de extracción de hidrocarburos desde los 682.000 barriles diarios de la actualidad hasta unos 750.000 barriles en 2020. Imaz recalcó que la capacidad podría llegar a los 900.000 barriles -"aunque no lo necesitamos"- y destacó el salto dado, porque en 2012 apenas se llegaba a los 300.000 barriles diarios.
A la vez que se incrementa la producción, el nivel de sus reservas probadas permanecerá constante, por encima de los 2.000 millones de barriles, gracias a la aportación de los recursos no convencionales obtenidos tras la integración de Talisman. La flexibilidad de explotación de estos recursos, que no reclaman capital constantemente, permitirá reducir las inversiones en exploración desde los 2.100 millones anuales entre 2011 y 2014 -uniendo Repsol y Talisman- hasta los 900 millones del período 2017-2020.
Ajustes y sinergias
La integración de Talisman, realizada con el crudo a 62 dólares por barril, aportará sinergias a la compañía, que deberían crecer progresivamente hasta sumar 350 millones en 2018; de momento, ya se han identificado unas 4.000 medidas en toda la cadena de valor y el 30 por ciento ya se han aplicado, con un aporte de 107 millones anuales. También a partir de 2018 debería completarse el proceso de ajuste de la organización, de modo que los ahorros totales, entre sinergias y eficiencias, lleguen a 2.100 millones.
Parte de ese monto se derivará de la anunciada reducción de plantilla de 1.500 personas. Preguntado por la prensa por el impacto de estos despidos en España, Imaz declinó responder, amparándose en las negociaciones en marcha con los sindicatos. Dijo que todo el proceso se hará de forma "respetuosa".
Como este apretón de cinturón no será suficiente para adelgazar la deuda, que ronda los 14.000 millones, la compañía reducirá las inversiones y venderá los activos que no considere indispensables.
Inversiones y desinversiones
La reducción de la inversión será del 38 por ciento en los próximos cuatro años. Las áreas más afectadas serán la de exploración de nuevos yacimientos y la de producción y desarrollo, que bajarán en torno a unos 3.500 millones anuales, algo consistente con el enfoque en la gestión de los activos actuales. "No tenemos intención de invertir en upstream mientras el petróleo esté tan bajo", subrayó Imaz, poco antes de destacar que el gasto de capital será de 23.000 millones.
Y en cuanto a las ventas, ascenderán a 6.200 millones hasta el final de la década, de los que 1.000 millones ya se han ejecutado, con la reciente venta de la participación en CLH y de parte del negocio de gas canalizado a Gas Natural Fenosa y Redexis.
Imaz desgranó alguna de las operaciones previstas, como la entrada de un socio en el megacampo de Duvernay o en la ampliación de la planta de regasificación de Canaport -muy importante para desarrollar el yacimiento de Marcellus-, tal y como adelantó elEconomista.
En cambio, descartó la desinversión en Gas Natural Fenosa -consideró "razonable" que los activos eólicos en el Mar del Norte recalen en ella- y rechazó igualmente deshacerse de la división de butano -"es un negocio muy querido en esta casa"-, pero no anunció nada concreto; la compañía actuará en función de las oportunidades y siempre en activos no estratégicos.
Las actividades de refino y venta de productos derivados de los hidrocarburos se mantendrán boyantes y las expectativas son que generen 1.700 millones anuales de flujo de caja libre.
Refino y comercialización
Imaz anunció que las refinerías de la empresa "son las mejores de Europa", tras las inversiones realizadas en Cartagena y Petronor, "en plena crisis", que superan los 1.700 millones. Gracias a ellas, pueden transformar crudos pesados con ventaja frente a la competencia. Destacó que su margen de refino se sitúa en 6,4 euros por barril y auguró buenas expectativas, porque otras empresas han cerrado sus instalaciones en el viejo continente, lo que permitirá ganar cuota de mercado con el vacío que han dejado. Además, sus previsiones son que la demanda crezca un 1,2 por ciento anual hasta el final de la década. No obstante, los recortes también llegarán a estas actividades, con un impacto de 500 millones anuales.
Finalmente, para mantener la calificación de riesgo, aún en la franja del grado inversor, la empresa mantendrá una política financiera conservadora.
Con el plan presentado, la organización presidida por Antonio Brufau consigue mantener el dividendo, reducir la deuda y tener la caja equilibrada. E insiste en que, aunque espera que el petróleo vaya subiendo de precio paulatinamente hasta el entorno de los 90 dólares en 2019, la empresa se gestionará durante los próximos cuatro años como si se mantuviese a 50 dólares en todo ese tiempo, con la esperanza de que los números cuadren más. Esa mayor cuadratura se dirigirá a reducir la deuda y a mejorar la retribución del accionista, en línea con el citado aumento del ebitda hasta 11.500 millones.