
El pequeño comercio se revela como uno de los eslabones más débiles de la reciente rebaja de comisiones por el uso de tarjetas aprobado por el Gobierno en detrimento de las grandes superficies. La ley limitó al 0,3% la tasa interbancaria en compras a crédito y al 0,2% ó 7 céntimos de euro si es a débito, frente al 0,67% vigente entonces.
Se trata de la tarifa que se cargan entre sí el banco que instaló el lector al comercio (TPV) y el que emitió la tarjeta e influye en la comisión que finalmente se traslada al comercio cuando su cliente decide pagar con tarjeta.
El propósito del ajuste era abaratar la factura a las tiendas para ahorrarles costes e incentivar la aceptación del dinero de plástico de clientes. Sin embargo, la traslación no está siendo lineal, en perjuicio de las tiendas más pequeñas.
"A las grandes superficies y almacenes y también las gasolineras, que facturan importantes cuantías, les ha beneficiado mucho. Se está produciendo una segmentación por volúmenes donde los grandes pagan un 0,20-0,25%, tienes a los medianos con el 0,40% y luego a los pequeñitos, a los que están intentando mantenerles el 1 ó por encima del 1%", reconocen en el sector financiero. A la postre eso significa que el pequeño paga cuatro veces la tarifa del establecimiento superior.
Cuatro veces la comisión
Las estadísticas del Banco de España, únicos datos públicos oficiales, corroboran la asimetría sin un detalle tan preciso porque analizan evoluciones por sectores. De acuerdo a esas cifras las comisiones a grandes almacenes y superficies se abaratan entre un 37 y 41% entre el cierre de 2013 y el primer trimestre de 2015. En agencias de viajes el descenso se limita al 14%, en hoteles al 9 y en joyerías excede el 11%, oscilando en el resto de industrias entre el 20 y 31%. El ajuste, que bajó a la mitad la tasa interbancaria, entró en vigor el pasado 1 de septiembre. Pero la estimación de evolución se mide desde 2013 porque las estadísticas promedian las tarifas de el ejercicio 2014 en su conjunto.
El drástico tijeretazo va contra la línea de resultados cuando no hay tecla sin tocar para empujar una rentabilidad insuficiente, de apenas el 6% sectorial frente al 10-12% ambicionado. Un estudio de la Comisión Europea cifró en 400,59 millones la merma de ingresos para nuestras entidades, que sufrirían el quinto mayor impacto con la bajada de las tasas que el Gobierno quiso adelantar en España pero se extenderá por ley al resto de Europa. Su cálculo lo efectuó tomando de base las condiciones de negocio de 2011. Otros agentes de la industria elevan el impacto a 1.500 ó 2.000 millones.
La resistencia a trasladar la rebaja las pequeñas tiendas, donde la competencia bancaria es muy inferior a los grandes almacenes, encaja en el razonable esfuerzo por mitigar dicho drenaje de recaudación.
No es la única estrategia desplegada para contener tal pérdida. Según las fuentes consultadas, las entidades trabajan para sustituir las tarjetas normales por otras corporativas a aquellos clientes con negocios o que sean autónomos, dado que el plástico de empresa se encuentra excluido del ajuste.
Tarjetas a crédito para ahorrar
Una tercera vía para minimizar el impacto es la sustitución de los dispositivos a débito por otros de la modalidad de crédito, menos penalizados por la rebaja obligatoria. De los 67,48 millones de plásticos en circulación a finales de marzo, un 63,85% permitían comprar a plazos y el 36,15 restante correspondía a la tipología de débito o con cargo directo a la cuenta.
El censo de dispositivos a crédito aumentó apenas un 0,47% de forma interanual y se situó en 43,09 millones, pero gana terreno porque el débito se contrajo un 4,52%, hasta 24,40 millones. La sustitución beneficia a la banca y favorece al cliente, dado que puede dar un uso a débito o financiar sus compras con el mismo plástico.
Las entidades confían en compensar el bocado regulatorio con mayor volumen. En el primer trimestre, las compras en comercios con directo de plástico aumentaron un 5,42%, tras el récord de 105.854 millones pagados con tarjetas en tiendas el año previo.