Empresas y finanzas

Nacionalismo en el hipermercado: los consumidores priman los productos según su origen

Las marcas más perjudicadas del boicot alimentario son Freixenet y Codorníu. Foto: Archivo
Thanks for buying british (Gracias por comprar británico). ¿Ha viajado últimamente a Londres? Pues si ha paseado por Oxford Street, ha ido de compras a los almacenes Harrod's o ha entrado en alguno de los grandes centros comerciales de la ciudad, seguro que ha visto este eslogan.

Y es que a los ingleses no les cabe ninguna duda. ¿Por qué comprar un producto francés, alemán, italiano o español si pueden adquirir otro made in Britain?.

Promocionar los productos nacionales

El fenómeno está cobrando una especial relevancia, sobre todo, después de que Marks & Spencer anunciará a comienzos de año que va a primar en sus tiendas los productos nacionales. Pero el caso va mucho más allá de las Islas Británicas. Los boicots alimentarios son ya una realidad en cualquier punto del globo. Los franceses vuelcan los camiones con las naranjas españolas; nuestros agricultores llaman al boicot contra los supermercados alemanes, como Lild o Aldi, y entre los musulmanes triunfa la Mecca-Cola una alternativa a Coca-Cola y la supremacía norteamericana.

Banderas entre la carne

Y lo más grave, quizás, es que ya no hace falta ni cruzar las fronteras. En Madrid se rechaza, por ejemplo, el cava catalán, y en Barcelona se lanza una ofensiva contra las empresas alimentarias que no etiquetan en este idioma. ¿Llegará el día en que los valencianos no compren marisco gallego porque el Deportivo de la Coruña les ha goleado en la liga?

El hecho es que basta darse una vuelta por el hipermercado para ver que algo está cambiando. Fíjese con detalle cuando entre en una gran superficie comercial. Si pasea entre los lineales de Carrefour, Alcampo o Eroski, podrá comprobar que cada vez hay más banderas entre las verduras, el arroz, la leche o la carne.

"Si el precio no se dispara y la calidad es buena, el cliente prefiere comprar un producto local. Por eso, desde hace doce años, hemos abierto dentro de nuestros centros un espacio para lo que llamamos las tiendas regionales, donde se venden sólo productos locales", explica Iosu Sanz, director de Comunicación de Eroski.

Identificaciones regionales

Están presentes en la práctica totalidad de las Comunidades Autónomas, salvo en Madrid, "donde no hay una identificación regional tan fuerte como en el resto". El presidente de la compañía, Constan Dacosta, se ha cansado de decir además en los últimos años que su empresa, a pesar de su origen, no es vasca.

"Los propietarios son los trabajadores y hay empleados vascos, pero también castellanos, andaluces o murcianos. Somos un grupo español", ha reiterado en más de una ocasión Dacosta, quizás, para curarse en salud ante posibles actos de boicot, sobre todo, en una época de tanta crispación política.

Rechazo

La cuestión es, ¿hay rechazo a los productos de otras zonas?. "Es muy subjetivo. Está claro que la gente de Valencia prefiere los productos valencianos a los catalanes, pero porque está acostumbrada a un tipo de oferta determinada", aseguran en Carrefour. No obstante, hace años, cuando los franceses volcaban los camiones de naranjas procedentes de España, las cadenas tuvieron que reforzar aquí su oferta de cítricos y reducir sus márgenes para darles salida en el mercado.

Uno de los casos más significativos se vivió en una tienda de Alcampo en diciembre de 2005. En pleno boicot contra los productos catalanes y harto, posiblemente, de que los consumidores preguntaran insistentemente por los cavas de otras regiones, el encargado de una tienda de Mallorca colocó unos carteles en los que anunciaba la ubicación de los espumosos no catalanes.

La polémica está servida

La bola de nieve creció a velocidad de vértigo, las fotos del anuncio se multiplicaron en Internet y ante el temor de sufrir un boicot en Cataluña, Alcampo se vio obligado a retirar el cartel y pedir disculpas. "La redacción desafortunada del anuncio responde a una iniciativa individual", aclaró en un comunicado. "Alcampo rechaza cualquier boicot o discriminación de productos por su origen".

No obstante, y al igual que hacen sus competidores, la cadena de hipermercados francesa sigue ofreciendo en sus establecimientos un surtido diferenciado por su denominación de origen a sus clientes. "Nos ajustamos a la demanda de los clientes en cada región dependiendo de sus gustos", asegura la empresa.

Sin embargo, en el sector de la distribución no todos piensan igual, y al margen del surtido diferenciado, sobre todo en las tiendas de la costa, para los turistas, hay también grandes cadenas que han optado por no establecer diferencias en función del origen.

Mercadona marca, en este sentido, la excepción a la regla. Hace años, durante la presentación de resultados de la empresa, un periodista de un medio valenciano criticaba a Juan Roig, presidente y fundador de la cadena, por no comprar productos de dicha comunidad. Y este se defendía. "Compramos en función del precio y de la calidad, no del origen", aseguraba ya entonces Roig.

Mercadona, la excepción

Y es cierto. En los supermercados de Mercadona, resulta muy complicado diferenciar de donde viene uno u otro producto.

"No vendemos productos locales. El surtido es el mismo en cualquier parte del país"
, asegura una portavoz de la compañía. Mercadona sí que ha ensayado, en cambio, el llevar productos con un consumo muy local al resto de regiones. "Llegamos a un acuerdo con Casa Tarradellas (una compañía catalana) para producir unas rosquillas típicas de Granada con nuestra propia marca, Hacendado, y el éxito fue fulminante en todo el país", aseguran en la cadena.

Los más perjudicados

En España, si hay dos empresas, que han sufrido más que nadie los boicots alimentarios con la bandera como excusa, esas son Freixenet y Cordorníu. Y la factura ha sido más cara de lo previsto.

Las críticas a la candidatura olímpica de Madrid 2012 y, sobre todo, la tramitación del nuevo estatuto catalán han mermado las ventas de cava de Freixenet en España en más de un 10 por ciento en el último ejercicio, cerrado el pasado mes de abril, la empresa propiedad de la familia Ferrer vendió en el mercado español 33,8 millones de botellas, lo que supone un caída de más del 6 por ciento, lo que sumado al 4 por ciento que retrocedió en 2004 da un porcentaje superior al 10 por ciento.

Un gigante en pérdidas

Y peor le ha ido aún a Codorníu. En 2005 su beneficio se redujo ya más de un treinta por ciento por el efecto del boicot y, lejos de superar la crisis, la empresa entró en pérdidas el año pasado. Entre julio de 2005 y junio de 2006, la compañía registró unas pérdidas de más de 900.000 euros debido, entre otras cosas, a que el mercado español se resintió y sus ingresos se redujeron un 3,3 por ciento.

Justo todo lo contrario que pasa con las bodegas de cava de La Rioja, Valencia o Extremadura, para las que Carod-Rovira se ha convertido en el mejor ejecutivo posible. Ellos son, posiblemente, los únicos que sonríen cuando el líder de ERC y vicepresidente de al Generalitat de Cataluña, salta al ruedo con alguna polémica ocurrencia.

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