
La Torre Eiffel, los croissant y Bernard Arnault, la santísima trinidad francesa. Este último es ni más ni menos que la tercera mayor fortuna del mundo solo superado por Jeff Bezos (Amazon) y Elon Musk (Tesla). El dueño de LVMH tiene un patrimonio de 167,2 miles de millones de dólares según el ranking elaborado por Bloomberg. Entre su fortuna ya no se encuentra Carrefour, otro de los grandes iconos de Francia por excelencia.
El Amancio Ortega francés ha vendido en los últimos días la participación de algo más de un 5% que poseía en la cadena de supermercados, donde desde su llegada en 2007 se había convertido en uno de los principales accionistas. Su salida del capital se traduce en que, más allá de sus orígenes, Carrefour es cada vez menos Carrefour, o dicho de otra manera, Carrefour es cada vez menos francesa.
Y, ¿quién está aprovechando la pérdida de peso de Francia? Brasil. El 19% del accionariado de Carrefour se divide en dos: el 7,84% queda en manos brasileñas, frente al 10,1% que todavía se resiste y se queda dentro de las fronteras francesas, concretamente en la sociedad Galfa, controlada por la familia Moulin. El capital brasileño tiene nombre y apellidos, se trata concretamente de Abilio dos Santos Diniz.
El empresario brasileño es el segundo mayor accionista de Carrefour, controla el 4,7% del capital a través de su sociedad Península, mientras que el otro 3,1% figura a su nombre. Diniz ha ido ganando peso en Carrefour en los últimos años, su participación directa en septiembre de 2019 era de a penas un 0,12%.
El peso que ha ganado Diniz en dicho periodo lo ha perdido Francia. En septiembre de 2019 el 17,8% de Carrefour lo controlaban accionistas galos, frente al 15,3% de agosto de 2021, una cifra que se reduce hasta el 10,1% tras la despedida de Arnault.
La salida de Carrefour de la tercera mayor fortuna del mundo es bastante llamativa si se tiene en cuenta que lo ha hecho perdiendo dinero, algo que no suele ser habitual entre los multimillonarios. Arnault ha vendido su participación con las acciones de la cadena de supermercados a en torno a los 16 euros mientras que su entrada se produjo en 2007 cuando la cotización tocaba los 50 euros por acción.
La culpa de su marcha no solo la tiene la delicada situación que vive en el parqué, muchas miradas están puestas en el Gobierno francés y en su negativa a la entrada de más capital extranjero. Francia quiere que Carrefour siga siendo francés. De hecho, el año de Carrefour empezó con una OPA amistosa por parte de Alimentation Couche-Tard. La canadiense estaba dispuesta a pagar 20 euros por acción, lo que suponía una oferta total de 16.352 millones de euros, entonces cotizaba en 15,35. Sin embargo, desde el Ejecutivo francés no tardaron en parar la operación. El ministro de Economía galo, Bruno Le Maire, explicó entonces que al ser Carrefour el principal empleador privado de la economía francesa y el "eslabón esencial en la seguridad alimentaria de los franceses y en la soberanía alimentaria de los franceses" no estaban a favor de la operación.
"La venta de la participación del 5,7% de Arnault en Carrefour a 16 euros la acción puede suscitar la preocupación de que la recuperación de los ingresos y los márgenes del minorista sea un proyecto a largo plazo y que se hayan alcanzado potencialmente las ganancias inmediatas", explican desde Bloomberg Intelligence.
Los expertos achacan la salida del empresario a la evolución del negocio desde su entrada hace casi 15 años. "La familia Arnault invirtió en Carrefour en 2007, cuando su capitalización bursátil era similar a la de LVMH. Desde entonces, la de LVMH se ha multiplicado cerca de 10 veces, mientras que la del minorista se ha reducido a más de la mitad, lo que probablemente explique la frustración y la decepción de que no fuera posible otra salida", asegura Charles Allen, analista de Bloomberg Intelligence.