
Ni oro, ni diamantes, ni billetes... los ladrones se han pasado al 'oro verde'. El auge de la demanda mundial del aguacate ha multiplicado los robos a gran escala en todo el mundo. Los productores de países como Sudáfrica o México están sufriendo constantes acometidas de bandas organizadas que sustraen grandes cantidades de esta fruta. Hasta el punto de que en muchas plantaciones se han instalado medidas de seguridad propias de almacenes de oro o de otros objetos de gran valor.
El aguacate era hasta hace relativamente poco un desconocido o un secundario en las cocinas de todo el mundo. Su uso más extendido era el guacamole propio de México. Sin embargo, el progresivo cambio de la sociedad hacia unos hábitos alimenticios más saludables lo ha hecho cotizar al alza. Un reportaje de Bloomberg el año pasado señalaba que la pandemia había disparado esta tendencia: "La demanda de esta fruta se ha acelerado a medida que más consumidores comen en casa. Ya no es sólo un componente del guacamole para las fiestas".
Ya en 2020 se constató que el valor de las importaciones mundiales de aguacate era el que más crecía entre las principales frutas en la última década, según explicaba hace unos meses un analista de Rabobank. Se espera que el mercado mundial del aguacate crezca de unos 12.200 millones de dólares en 2020 a 17.900 millones de dólares en 2025, según ResearchAndMarkets.com, que ofrece estudios para una serie de industrias. Para entonces, la demanda mundial de Hass, la variedad más popular, habrá crecido a un ritmo anual de casi el 5%, superando los 8.000 millones de dólares, según las estimaciones de Hass Avocado Board.
Esta 'fiebre' del aguacate ha servido de reclamo para los habituales amigos de lo ajeno, que han visto que su nuevo botín cae de los árboles. En Sudáfrica, sexto exportador de aguacates del mundo, se dan casos como el del agricultor Mark Alcock, que tiene instaladas en su plantación cámaras infrarrojas que se activan si notan movimiento, enviando entonces avisos a su teléfono.
Según reconoce a los reporteros del Wall Street Journal, estas alertas suelen despertarle al menos una vez cada hora todas las noches. Suelen ser animales salvajes que se cuelan en la plantación, pero no es la primera vez que Alcock sufre importantes sustracciones. "Se nos está yendo de las manos", se lamenta al tiempo que revelo que su dispositivo de seguridad incluye un equipo de respuesta rápida dirigido por un exmilitar experto en perros rastreadores.
Un agricultor: "A medida que aumenta el valor del producto, aumenta su accesibilidad, porque se plantan más huertos"
"A medida que aumenta el valor del producto, aumenta su accesibilidad, porque se plantan más huertos", explica también al WSJ Howard Blight, que también cultiva aguacates en su finca de casi 350 acres. La propiedad está protegida por una valla eléctrica de más de dos metros de altura rematada con alambre de espino. Los guardias patrullan su plantación las 24 horas del día. "Parece un poco drástico", admite, "pero los aguacates son el oro verde".
A través del relato de los afectados se toma conciencia de que hasta hace no demasiado los robos de aguacates eran puntuales y suponían un problema menor. Se sustraían para comer o se vendían al borde de la carretera. Incluso los ladrones entraban a las plantaciones con una bolsa del supermercado. La cosa ha cambiado mucho. Ahora los ladrones colaboran estrechamente con redes de delincuencia organizada que buscan blanquear la fruta en los mercados legítimos.
Las grandes bandas lanzan incursiones coreografiadas en las plantaciones, lavan su botín, lo empaquetan en cajas y lo llevan a los puestos de los mercados de todo el país. Un puñado de ladrones puede recoger fácilmente una tonelada de aguacates en pocas horas y cargarlos en camiones. Un trabajador puede tardar hasta dos turnos de ocho horas en recoger esa cantidad, cuyo valor se aproxima a los 700 dólares.
En la última acometida de los ladrones a la plantación de Alcock, en marzo, seis hombres entraron en plena noche y el agricultor recibió la alerta de sus cámaras. Cuando el personal de seguridad llegó con sus perros rastreadores a ese huerto 45 minutos después los ladrones ya habían recogido más de 200 kilos de aguacates. El rastro se prolongó durante horas por las montañas cercanas y la fruta se acabó recuperando, pero como los aguacates fueron arrancados antes de temporada, se echaron a perder.
Los productores de aguacate de Sudáfrica sufren pérdidas anuales de unos 24 millones de rands, alrededor de 1,7 millones de dólares, según una encuesta de 2018 de la Asociación de Productores Subtropicales de Sudáfrica, que gestiona la asociación de productores de aguacate del país.
El atractivo del robo de aguacates atraviesa los océanos. La Comisión del Aguacate de California tiene una línea telefónica de denuncia de robos. En México, los cárteles de la droga rivales luchan por una tajada del multimillonario comercio de la fruta. Los robos están perturbando el suministro y el precio de las tostadas de aguacate en todas partes, desde Ciudad del Cabo hasta Copenhague.