
La pandemia ha propiciado que el sector de las infraestructuras acelere una serie de cambios que obligan a las empresas a adaptarse para no perder el tren del crecimiento. Antonio de Gregorio, socio de McKinsey, subraya, en este sentido, tres vectores prioritarios: el desarrollo de capacidades de las plantillas, los procesos de licitación y los nuevos focos de inversión en proyectos de infraestructuras.
Respecto al primero, De Gregorio señala, en una entrevista con elEconomista, que los estudios de McKinsey estiman que "el 14% de la fuerza de trabajo de las empresas de infraestructuras va a tener que cambiar o ser entrenada en una serie de habilidades nuevas para poder seguir integrada en el mercado laboral". Más aún, "el 40% va a tener que cambiar parcialmente sus capacidades para seguir integrado en ese ecosistema laboral".
De Gregorio considera que "dado el contexto actual, ahora puede ser un buen momento para poder hacer ese reskilling (reciclaje) de los trabajadores". En este punto, alude a una encuesta realizada por la consultora a finales de 2020 a 2.000 ejecutivos de empresas de infraestructuras en la que el 78% afirmó que "el desarrollo de capacidades es un aspecto clave para ellos". Un porcentaje que supone 20 puntos más que en las encuestas previas a la pandemia (58%). No obstante, al mismo tiempo, los directivos expresan sus dudas respecto a esta medida, puesto que "le ven poco retorno a la inversión que hacen", en muchos casos porque "los empleados no consiguen ponerlo en práctica".
"El contenido tiene que estar alineado con las prioridades estratégicas"
Desde McKinsey, en cualquier caso, apuestan decididamente por que las empresas inviertan en el desarrollo de capacidades de los trabajadores para prepararse a los nuevos escenarios. A este respecto, considera "clave" que las compañías "manejen estas inversiones con el mismo rigor que cuando son inversiones financieras en otro tipo de temas", señala. Asimismo, "el contenido tiene que estar alineado con las prioridades estratégicas". Dos cuestiones imprescindibles y que, sin embargo, "sólo el 30% de las organizaciones consiguen alienarlos".
El socio de McKinsey también recomienda que se implante la filosofía de "liderar con el ejemplo", desde el punto de vista de que "el CEO (consejero delegado) y el equipo directivo tienen que mostrar que están comprometidos con estos programas de desarrollo, tomarlos ellos mismos o estar presentes en las sesiones digitales para que así los empleados, de alguna manera, lo consideren importante".
De Gregorio aconseja a las empresas de infraestructuras, igualmente, poner en valor el reciclaje de los empleados para impulsar el talento, más que contratarlo, porque "es escaso y en infraestructuras compiten contra sectores que digitalmente están más avanzados".
"En la mente de los ejecutivos está la relevancia del desarrollo de capacidades, pero el reto es hacer convivir este tema, que es a medio y largo plazo, con las prioridades a corto donde ponen los mayores esfuerzos", explica De Gregorio, que considera que "tienen que ser capaces de levantar la cabeza, mirar más adelante y asegurar que invierten en este sentido". Máxime en un contexto en el que el foco de las inversiones en infraestructuras, como las de los fondos europeos, se orientan hacia la transición energética y la digitalización.
Los competidores están siendo más agresivos y están apareciendo otros nuevos
Calibrar la rentabilidad de esta inversión "es muy difícil", admite, pero las empresas han de atenderla porque "el 40% de los empleados va a tener que cambiar al menos parcialmente sus capacidades o de lo contrario las condiciones del mercado les harán inservibles". "La cartera de proyectos se va a ver disminuida significativamente si no son capaces de ejecutarlos porque los equipos no están preparados", advierte. En este sentido, avisa de que "existen ejemplos de empresas internacionales que sí se están enfocando en el desarrollo de capacidades en temas digitales, y a escala, mientras que en España los esfuerzos son más incipientes y a grupos reducidos".
Respecto a los efectos del Covid-19 en las licitaciones, el 89% de las empresas aseguran haber "cambiado la manera en la que se preparaban para las licitaciones de proyectos". Así, De Gregorio indica que las firmas de ingeniería y construcción "están aceptando más riesgo en los contratos y tienen mayor predisposición a explorar modelos de contrato alternativos". Al mismo tiempo, observan que "los competidores están siendo más agresivos en el precio y que están apareciendo nuevos licitando proyectos a los que antes no se presentaban". "Muchas obras se han pospuesto, las empresas están más cortas de flujo de caja y necesitan lanzar la ejecución de más proyectos lo antes posible para poder ingresar caja en el corto plazo, y esto implica meter más riesgo porque están bajando su margen".