Renfe ha cerrado 2020 con unos números rojos antes de impuestos de 479,1 millones de euros, más del doble de lo previsto, tras perder casi la mitad de los viajeros y llevar los trenes medio vacíos (ganó 107 millones en 2019). Las restricciones a la movilidad impuestas para contener el Covid han golpeado de lleno a la gallina de los huevos de oro del operador: la filial de Viajeros y, más en concreto, el AVE, cuyas ganancias han permitido al grupo compensar en el pasado las pérdidas estructurales de Mercancías y Fabricación y Mantenimiento.
Así, el negocio de Viajeros ha terminado el año con un déficit de 439,5 millones frente al beneficio de 126 millones de 2019, cuando la alta velocidad logró un récord de pasajeros. Por su parte, Mercancías ha multiplicado por doce las pérdidas de antes de la pandemia a los 44 millones y Fabricación y Mantenimiento ha registrado números rojos de 34 millones, un 41,6% más. Alquiler ha ganado 2,6 millones, la mitad que en 2019.
Los ingresos caen sólo un 30% gracias a que la aportación estatal ha subido un 20% en el año
La fuerte reducción de la demanda se ha notado principalmente en los servicios comerciales (AVE y Larga Distancia), que solo viven de la venta de billetes y han perdido más del 60% de los viajeros. En concreto, los trenes de alta velocidad apenas han transportado 7,6 millones de pasajeros, un 63% menos, y han tenido una ocupación del 50%, 20 puntos menos que un año antes, pese a la reducción de más del 40% de la oferta y los kilómetros recorridos. Así, los ingresos de los servicios comerciales, que antes de la pandemia aportaban el 42% de la facturación de la división, han caído más de un 60%, ahogando la rentabilidad del negocio.
Pese al recrudecimiento de la pandemia, el cierre perimetral de las provincias y el desplome de las reservas, Renfe ha decidido mantener la capacidad del AVE (los trenes recorren al mes unos tres millones de km desde julio, un 40-45% menos que en 2019) y ya se ha puesto manos a la obra para aumentarla a partir de abril o junio, en función de la pandemia. De momento, inaugurará el Avlo el 23 junio y ha lanzado ofertas de AVE para calentar la recuperación.
Capote del Estado
Por su parte, Cercanías y Media Distancia (OSP) han recibido 1.447 millones de ingresos por compensación de las obligaciones de servicio público de las arcas del Estado, lo que supone un 20% más que en 2019 y un 13% más de lo presupuestado, lo que ha ayudado a Renfe a contener el desplome de los ingresos, aunque no así el deterioro del negocio, ya que los OSP han operado al cien por cien desde mayo pese a que el número de viajeros ha caído un 46,2% a los 253,8 millones y la ocupación media apenas ha sido el 20,5%. En las cuentas se refleja un descenso del 15% de la oferta, pero esa reducción responde a los recortes de frecuencias y servicios que se aplicaron en el segundo trimestre del año.
La aportación pública ha supuesto la mitad de los ingresos de todo el grupo Renfe, cuando lo normal es que fueran en torno al 30%, lo que ha permitido compensar el descenso del 56,4% de los ingresos comerciales asociados al transporte de viajeros y de mercancías, la partida más significativa del operador, y que apenas ha alcanzado los 1.094 millones por la pandemia. En total, el grupo Renfe ha sumado unos ingresos de 2.834 millones, un 30,1% menos. En este punto, la filial de mercancías ha visto cómo sus ventas descendían el 20% por la caída del 18% de las toneladas transportadas.
Los gastos de explotación suman 2.890 millones, un 19,2% menos. La principal partida de estos gastos, al margen de los de personal (no ha hecho ERTE pese a la menor actividad), son los cánones ferroviarios que suponen casi un tercio del total. El ebitda ha sido de -56 millones frente al dato positivo de 477 millones de 2019.
