Durante 2020 una extensa mayoría de españoles han aprendido que 24 horas metidos en casa dan para mucho. Trabajo, cuidado de niños y familiares, labores de la casa, ocio (en sus múltiples manifestaciones) y descanso han copado la mayor parte de ese tiempo. Aunque muchas personas también han encontrado espacio durante esas largas jornadas de confinamiento para explorar una actividad que nunca antes había cobrado tanto vuelo: el autoaprendizaje.
Las posibilidades casi infinitas que brindan las nuevas tecnologías han propiciado en buena medida este auge. Costura, cocina, guitarra, criptomonedas, blockchain, gestión del tiempo, Excel, inteligencia emocional, lenguaje no verbal, metodologías agile, alemán… Prácticamente no hay disciplina que no haya sido empaquetada y volcada en forma de píldora, video o curso descargable para el autoconsumo de una ávida legión de alumnos autodidactas.
Las cifras hablan por si solas. En lo que llevamos de pandemia, más de 600.000 personas se han inscrito en alguno de los 100.000 videocursos que ofrece Tutellus, lo que ha supuesto un crecimiento del 400% para esta plataforma de aprendizaje colaborativo en habla hispana. Para su CEO, Miguel Caballero, las razones de este boom no ofrecen muchos secretos: "Mayor tiempo en casa y mayor receptividad hacia la formación online y el trabajo remoto. Si todavía había algún enemigo de este modelo de formación, con el covid-19 ha desaparecido", zanja.
También LinkedIn ha visto cómo, solo en España, los profesionales de su red invirtieron casi medio millón de horas formándose en LinkedIn Learning, su plataforma de aprendizaje, entre julio de 2019 y junio de 2020. "La incertidumbre del mercado laboral que ha traído la pandemia ha propiciado que los puestos de trabajo sean cada vez más flexibles y transversales, con lo que el reciclaje profesional se ha convertido en esencial en los últimos meses", apunta Ángel Sáenz de Cenzano, director general de LinkedIn España y Portugal.
En opinión de este directivo, flexibilidad y personalización son las grandes bazas de esta modalidad de aprendizaje. "Se adapta 100% a la disponibilidad y horarios de cada alumno, que puede seguir la formación cuando mejor le venga, buscando los huecos entre la vida personal y profesional. Además, los profesionales pueden elegir sus propios itinerarios formativos adaptados a sus necesidades, ya sea en función de sus propios intereses o los de la empresa", señala.
Las ventajas del autoaprendizaje
La práctica casi obsesiva de una disciplina por la cual se siente pasión, y la magia que siempre provoca el descubrimiento o conocimiento al que uno llega por sus propios medios, hacen del autodidacta un perfil más que interesante para el mercado laboral, especialmente en los actuales contextos empresariales. "Tener una gran capacidad de autoaprendizaje es un valor en alza para muchas empresas. Conlleva un alto grado de compromiso y motivación, y pone en juego múltiples capacidades de organización", destaca Julián Roa, profesor de Educación de la UDIMA. Además, tercia Maribel Martín de Rosales, directora del área de Desarrollo de Kumon España, "una persona autodidacta demuestra una capacidad enorme para superar cualquier reto que se le proponga, por lo que será un alumno brillante y un profesional competente. Las nuevas profesiones demandarán personas autodidactas, que aprendan por sí mismas y no tengan miedo a los cambios".
Las ventajas de esta modalidad de aprendizaje son numerosas. "Ayuda a adquirir conocimientos más rápidamente, ya que es el propio alumno quien determina su propio ritmo y sus estrategias de aprendizaje. También sirve para desarrollar autoconfianza, perseverancia y disciplina, porque, al ser el estudiante el protagonista de su propio proceso educativo, llegar o no a la meta depende enteramente de él", subraya Martín de Rosales. Además, añade, permite que los profesionales se mantengan "permanentemente actualizados y preparados para asumir los retos que plantean unas nuevas profesiones en constante evolución".
Nadie sigue un proceso autodidacta puro; siempre se cuenta con algún tipo de guía
Como contrapartida, la ausencia de la figura de un profesor que oriente al estudiante cada vez que extravía el camino puede perjudicar el proceso de aprendizaje. Aunque, a decir verdad, nadie sigue un proceso autodidacta puro; siempre se cuenta con algún tipo de guía. Puede tratarse del autor del libro que está leyendo, el ponente del webinar que visualiza o el profesional cuyo trabajo le sirve de inspiración, observa e intenta imitar. "En el proceso del aprendizaje autodidacta nunca estamos solos, sino que somos autónomos. Somos nosotros mismos los que decidimos qué procesos y actitudes nos llevarán a aprender lo que nos propongamos y de quién podemos aprenderlo", aclara Maribel Martín de Rosales.
Julián Roa cree que el aprovechamiento de un aprendizaje autodidacta depende de tres tipos de conocimientos. "En primer lugar, del que tengamos de nosotros mismos; necesitamos saber reconocer lo que sabemos y lo que no sabemos. Hay que identificar nuestras potencialidades, limitaciones y aquellos aspectos de la materia a estudiar que entroncan con nuestros intereses. En segundo lugar, de nuestros conocimientos previos sobre el tema para, a partir de ellos, evaluar las demandas que implicará construir conocimientos nuevos sobre esa disciplina de forma significativa. Por último, necesitamos conocer buenas estrategias de aprendizaje y seleccionar la más adecuada para la tarea que queremos abordar".
¿Reglada o autodidacta?
A pesar de sus ventajas, muchos siguen recelando de la formación autodidacta, a la que afean carecer del brillo y rigor académico que proporcionan un máster o un grado universitario.
Jorge Luis Borges, Ray Bradbury, Woody Allen o Quentin Tarantino son, sin embargo, la prueba viviente de que no es imprescindible matricularse en una institución académica convencional para acabar convirtiéndose en referente de una especialidad. En el caso de estos genios, bibliotecas y salas de cine fueron las aulas que forjaron sus exitosas carreras.
De todas formas, no se trata de buscar una confrontación entre enseñanza reglada o autodidacta. El profesor Roa recuerda que ambas se dan constantemente a lo largo de la vida. "La capacidad de aprender por uno mismo es una competencia muy útil para aprender tanto en entornos reglados como informales", dice. Tampoco es raro que se complementen. Por ejemplo, cuando un estudiante decide profundizar por su cuenta en una materia que ha escuchado en clase y le ha interesado de forma particular.
Eso sí, en una etapa laboral marcada por la rapidez de los cambios, la agilidad de crear programas personalizados y focalizados en aquello que se necesita que brinda el autoaprendizaje parece encajar mejor que la siempre más rígida enseñanza reglada. "La gente busca formación práctica y actualizada. Los títulos cada vez son menos relevantes y las empresas los valoran menos a la hora de contratar", confirma Miguel Caballero. También Ángel Sáenz de Cenzano observa un cambio de tendencia en la formación. Y hace un vaticinio: "Es presumible que la formación reglada evolucione hacia un tipo de aprendizaje que se adapte a la situación, necesidades y momento vital de cada individuo y no al revés".