
La pandemia del covid-19 ha generado una merma importante en las distintas cuentas de resultados de las automovilísticas, un sector que se está reposicionando en áreas clave para el futuro. A principios de año, el fabricante francés de neumáticos Michelin anunció que llevará a cabo un plan para mejorar su competitividad en Francia en el que incluye la posibilidad de despedir hasta a 2.300 empleados durante los próximos tres años.
Renault, por su parte, anunció en mayo del año pasado un ajuste laboral de 14.600 personas en todo el mundo. De todas ellas, 4.600 despidos se llevarían a cabo en Francia. Finalmente, tras la negociación con los sindicatos franceses, Renault suprimirá 2.500 empleos en el país galo.
¿Por qué España se ha quedado fuera de estos planes? En primer lugar, la industria de la automoción española es mucho más competitiva que la francesa. Ahora bien, los sindicatos españoles están con las orejas levantadas por lo que pudiera ocurrir en el futuro. Tanto Renault como Michelin tienen cada una hasta cuatro fábricas de producción en España. En el caso de Renault, la firma cuenta con dos plantas en Valladolid, una en Palencia y otra en Sevilla. Michelin, por su parte tiene centros productivos en Lasarte, Vitoria, Aranda de Duero y Valladolid.
La industria de la automoción española ha demostrado a lo largo de los años su valía productiva. Prueba de ello es que España es el segundo productor europeo de vehículos y el octavo mundial, a falta de confirmar los datos del mes de diciembre. De hecho, España fabricó en 2019 -últimos datos disponibles- un total de 2.822.355 turismos y vehículos comerciales, mientras que Francia produjo 2.202.460 unidades, según datos de OICA.
Las decisiones de los grandes grupos automovilísticos se toman fuera de nuestras fronteras. Esta situación perjudica a España
Además, las distintas firmas de automoción siguen apostando por España a la hora de asignar nuevos modelos. En Francia, por el contrario, las distintas empresas automovilísticas han deslocalizado la producción a lo largo de los años. Ante esta situación, el Ejecutivo del presidente Emmanuel Macron ya avisó a las empresas que quisiesen recibir fondos gubernamentales: producción nacional a cambio de ayudas.
En cuanto a la industria de componentes de automoción, en España hay más de mil empresas fabricantes de equipos, lo que nos sitúa como el cuarto productor europeo. A esto hay que añadir el efecto tractor y económico que suponen las distintas factorías.
Ahora bien, lo que en un principio es una buena noticia, de cara al futuro puede darse la vuelta. Detrás de estas medidas ambas compañías quieren posicionarse en el negocio de la nueva movilidad eléctrica. Una posición en la que España puede salir gravemente perjudicada, pese a que en el corto plazo no se prevean despidos.
Y es que el sector de la automoción, consciente de que cada año se venden menos vehículos y de las nuevas tendencias de movilidad, está reorientando su negocio hacia la movilidad eléctrica, conectada y autónoma. Ante este escenario, España cuenta con una posición minoritaria, ya que no dispone del denominado efecto sede. Es decir, las decisiones de los grandes grupos automovilísticos se toman fuera de nuestras fronteras. Esta situación perjudica a España, ya que las inversiones para la fabricación de vehículos eléctricos se quedan fuera de nuestras fronteras. En el caso de Renault, el consorcio galo se está preparando para llevar a cabo la fabricación de vehículos eléctricos en Francia, mientras que España se encargaría de la producción de modelos híbridos enchufables y de combustión interna (diésel y gasolina).
Tal y como sucede en todos los cambios de negocio, la fabricación de modelos eléctricos necesita sin duda una menor mano de obra que las de los modelos diésel y gasolina. Esto supondrá, en un futuro no muy lejano, una cantidad de despidos considerables dentro de la industria patria.
La automoción española emplea a más de 60.000 trabajadores en las 17 plantas productivas con las que cuenta
Con la industria auxiliar sucede algo parecido. Toda ella, ante la avalancha que le viene al sector de la automoción, reorganiza sus plantillas con el objetivo de situarse más cerca de las factorías automovilísticas. Ahora bien, el ajuste laboral que llevará a cabo Michelin se producirá en los próximos tres años, y la empresa priorizará las bajas incentivadas a través de prejubilaciones y otras tantas corresponderán a salidas voluntarias apoyadas por la empresa.
La automoción española emplea a más de 60.000 trabajadores en las 17 plantas productivas con las que cuenta. No es de extrañar que a medida que se vaya limitando la producción de vehículos con motores diésel y gasolina se produzcan bajas en las plantillas.
Quizá no en el corto plazo, pero en el largo la industria automovilística española se encontrará con un problema. Por lo pronto, Renault ha eliminado este mes medio turno de trabajo en la factoría de Palencia, una medida que ha afectado a 300 trabajadores eventuales y fijos, debido a la caída de la demanda de los dos vehículos que produce en esa planta: Kadjar y el Megane. En febrero, la marca del rombo eliminará un turno en la fábrica de motores de Valladolid, medida por la que se verán afectados 141 empleados.