Poder producir una vacuna desde el inicio hasta el final del proceso en España está cada día más cerca. Tal y como adelantó elEconomista hace un mes, la empresa española Algenex inaugurará en España la primera planta capaz de producir antígenos de uso humano el próximo 23 de septiembre.
Esta planta cubrirá el vacío actual de empresas capaces de crear una vacuna de uso humano, pero necesitará de otras firmas ya instaladas en el país que son expertas en el proceso de filtrado y envasado. Algenex ahora está ultimando un acuerdo con una de esas empresas farmacéuticas españolas para que les termine las dosis del candidato a vacuna del que disponen y cuyos ensayos preclínicos comenzarán en breve.
La empresa ha recibido 470.000 euros del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) que servirán para avanzar en el antígeno del que disponen y del que podrían fabricar 50 millones de dosis anuales (escalables a 100 millones) de su vacuna contra el coronavirus. Pero antes deben validar la planta ante la Agencia Española del Medicamento (dependiente del Ministerio de Sanidad), para lo que deben remitir la información técnica de las instalaciones para recibir el visto bueno y echar a andar.
La fábrica, situada en la localidad madrileña de Tres Cantos, ha necesitado una inversión de 1,4 millones de euros. Esta cantidad es nimia en comparación con lo que se necesita si se compara con otros centros de vacunas internacionales. La clave de este ahorro está en su tecnología, que les hace prescindir de biorreactores, una de las piezas que más encarece el proyecto de creación de una vacuna. Esa tecnología se llama Crisbio y utiliza insectos como biorreactores naturales, mediante la inoculación robotizada de virus vectores baculovirus modificados genéticamente, en las crisálidas de un lepidóptero, la trichoplusia ni. El virus coloniza las células vivas del insecto y éstas comienzan a producir la proteína deseada. Gracias a esta tecnología, el proceso de pasar de 50 millones de dosis a 100 costaría medio millón de euros.
"Nuestro objetivo aquí no es comercial, al menos de inicio. Estamos desarrollando una vacuna similar a las que existen ya en investigación y están más avanzadas. Lo que queremos es demostrar que lo podemos hacer y en menos tiempo", explica su directora general, Claudia Jiménez. Se trata, por tanto, de demostrar que su tecnología cumple con lo que dicen.
Otras enfermedades
Pero tener una fábrica capaz de sintetizar una proteína no solo viene bien en tiempos de pandemia. Esta compañía puede desarrollar desde cero la vacuna de la gripe, por poner un ejemplo. La compañía asegura que gracias a su tecnología podría desarrollar un antígeno para esta enfermedad en dos meses, a lo que habría que sumar un mes extra para el resto del proceso de fabricación, que tendrían que subcontratarlo hoy por hoy.
Además, no es la primera vez que se produce una alianza entre compañías farmacéuticas par el desarrollo de una vacuna, como se ha podido comprobar en plena pandemia. Por poner dos ejemplos, la estadounidense Moderna llegó a un acuerdo con dos compañías europeas para que se encargaran de envasar su producto y multiplicar de esa forma la llegada a varios países. Una de ellas es la española Rovi.
Otro ejemplo es el que protagonizan hoy la británica GSK y la francesa Sanofi. La primera ha facilitado su adyuvante (que sirve para multiplicar el número de dosis, ya que con menor cantidad de antígeno produce el mismo efecto inmunizador), mientras que la segunda ha puesto al servicio de la causa su tecnología de fabricación de vacunas.
En España, además de la mencionada Rovi, existe otra compañía que tiene capacidad para llevar a cabo el proceso final de una vacuna. La catalana Reig Jofre va a inaugurar en 2021 una planta en Sant Joan Despí con capacidad para fabricar cientos de millones de dosis de vacunas. La inversión que hizo en el proyecto la farmacéutica ascendió a 30 millones de euros.