
Todas las ciudades cambian de aspecto después de cada guerra. Es ley de vida. Por lo tanto, basta con interpretar el coronavirus en términos bélicos para esperar un lavado de cara de los núcleos urbanos. Los espacios públicos posteriores a la pandemia aprovecharán la nueva normalidad para hacerla mejor, con una mayor atención al bienestar, seguridad y salud de los ciudadanos. Frente a la imperiosa tendencia del distanciamiento social, las aceras ganarán aire y terreno. La densificación de comercios y personas estarán proscritas. Los coches estacionados en las vías públicas buscarán otro acomodo y los carriles de bicicleta y de patinete ampliarán sus metros cuadrados. Además, los pequeños comercios recuperarán la salud de tiempos pasados mientras que las grandes superficies impondrán números clausus por aversión global a las multitudes.
Las cámaras mirarán lo que se hace y no se hace en los espacios públicos, mientras infinidad de sensores censarán cada movimiento. El reconocimiento facial -cruzado con las bases de datos policiales- tendrá un amplio margen de desarrollo en aras de la seguridad colectiva. También llegarán los semáforos (que sabrán cuando abrir o cerrar el paso) y farolas inteligentes que evitarán consumos innecesarios. Asimismo, proliferarán los sistemas de medición de personas, temperatura y calidad del aire. En el cielo patrullarán drones, pertrechados con potentes cámaras. Los sistemas de alcantarillado incorporarán herramientas para detectar virus en las aguas residuales y los árboles serán el mobiliario urbano preferido de los alcaldes. La velocidad media será de 30 kilómetros por hora y las multas por infringir las normas serán cada vez más estrictas.
A modo de ejemplo, el estado de Vermont, noreste de EEUU, permitirá ampliar las áreas de servicio y actividad a los comercios en detrimento de las plazas de aparcamiento de las calles. Toronto, ampliará su red para la bicicleta a golpe de talonario para descongestionar las vías más concurridas. Y la también canadiense Halifax ampliará las terrazas de los bares y restaurantes, en menoscabo del estacionamiento de vehículos y las zonas de carga y descarga. De la misma forma se modifican los cruces de semáforos en las zonas peatonales para reducir las esperas y animar a la gente a que se desplace caminando. Todo eso "ayudará a los negocios a ampliar el área de la hospitalidad y a maximizar sus ingresos cuando regresen a la normalidad".
Ciudades de 15 minutos
Un reciente encuentro virtual con profesores de arquitectura de la Universidad CEU San Pablo desveló medidas a implantar en ciudades cada vez menos densas. La tendencias apuntan hacia el "cronourbanismo", con iniciativas de "ciudad de 15 minutos" -donde todo está cerca para ir a pie- que impondrá el criterio de cercanía como primer mandamiento. "También, por primera vez desde el comienzo de la globalización, las ciudades intermedias y pequeñas cuentan con una ventaja competitiva derivada de su tamaño".
Las tendencias que se desprenden del último concurso internacional de arquitectura WAF (World Architecture Festival), celebrado en Amsterdam, apuestan por la sostenibilidad social, energética y constructiva. En el primero de los casos, los expertos del estudio Arquitectura Anna Noguera abogan por la "regeneración urbana de un entorno desestructurado para convertirlo en un espacio verde, preámbulo del edificio y lugar de relación de los vecinos, mediante una arquitectura confortable, cálida y amable, a diferencia de la frialdad de otros equipamientos similares", según informa la agencia Only Media Web.
Juan Antonio Ortiz, vicepresidente segundo del Consejo Superior de Colegios Oficiales de Arquitectos de España (CSCAE) considera que, tras las crisis de la COVID-19, es el momento de apostar por "viviendas más confortables, ciudades más amables, espacios públicos de relación humana de proximidad, así como la digitalización del territorio y una mejor movilidad con el medio rural".
Además, la movilidad del futuro pasa por "combinar diferentes modos de transporte, potenciar la bici o los traslados a pie, ampliar el transporte público y recuperar el espacio público para el peatón", según puso se puso de manifiesto en el reciente Foro de las Ciudades.
Por su parte, Santander ha invitado a los ciudadanos a aportar ideas para recuperar el comercio local, dentro de una iniciativa que promueve cinco categorías temáticas: "movilidad sostenible, turismo inteligente, economía circular, consumo, comercio y economía local y urbanismo amable con el ciudadano", según explican fuentes de Santander City Brain Eco.