
La huella del coronavirus ya se ve en las estadísticas de actividad de las aerolíneas. Las medidas impuestos por los gobiernos para frenar la propagación del virus hundieron de la noche a la mañana el tráfico de pasajeros lo que ha llevado al sector a vivir la recta final de marzo bajo mínimos.
Ryanair, que hoy en día apenas opera 20 vuelos diarios, publicó una caída de casi el 50% del tráfico de pasajeros en marzo, por lo que no cumple sus objetivos de crecimiento del año fiscal. En esta línea, Norwegian ha reconocido que en marzo apenas transportó 1,15 millones de viajeros, lo que supone una caída del 61% respecto al mismo mes del año pasado.
Hoy en día, la firma sólo hace vuelos domésticos en el Norte de Europa
En el primer trimestre completo el impacto es menor pese por la buena marcha de enero y la caída apenas es del 13% hasta los 33,16 millones de pasajeros. Paralelamente a la caída de la demanda y el auge de las restricciones de la movilidad, Norwegian fue recortando capacidad. La oferta de plazas descendió un 53% en marzo, un poco menos que el desplome de viajeros lo que ha llevado a que la ocupación media de los aviones cayera al 71,6% frente al 85,4% de marzo de 2019.
Eso sí, el ingreso medio por pasajero y kilómetro recorrido (yield) ha mejorado un 20% a los 0,40 coronas noruegas mientras que el ingreso unitario sube el 1%.
"El brote global de COVID-19, que impacto en la industria de la aviación en marzo, ha influido mucho en los datos de tráfico de Norwegian. La compañía experimentó una caída dramática en la demanda tras las restricciones de viaje impuestas por los gobiernos, así como una disminución general en viajes", explica la firma, que actualmente opera con menos del 10% de su capacidad.
El 10 de marzo redujo su capacidad un 15% y a partir del 16 de marzo se ajustó hasta el 85% de la capacidad planificada, con la mayoría de las cancelaciones teniendo lugar partir del 25 de marzo. La capacidad durante el mes fue un 40 por ciento menor de lo planeado.
Norwegian sufre tensiones de liquidez por la caída de las reservas y las cancelaciones
El descenso de la demanda y la oleada de las cancelaciones generó fuertes tensiones de liquidez en la compañía que se vio obligada a pedir ayuda al Noruega para sobrevivir. No en vano, enfrentaba la crisis con una caja bajo mínimos (300 millones de euros) y une elevada deuda. El Ejecutivo noruego aprobó una ayuda de 250 millones en forma de créditos.