La aceitera española, líder a nivel mundial con marcas como Koipe, Carbonell, Bertolli o Carapelli, se ha unido a la Asociación Americana de Productores de Aceite de Oliva para luchar contra el fraude en el sector en el mercado estadounidense. Ambos han presentado una petición ciudadana a la FDA, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU, para impulsar una normativa de calidad, que con base científica, permita al consumidor distinguir un aceite de otro.
Los productores norteamericanos insisten en que comprar aceite de oliva virgen extra de calidad en EEUU no es facil. "No es porque no haya estos productos en los estantes de los supermercados, sino porque no hay reglas para evitar que haya quien tergiverse lo que está vendiendo", explica Adam Englehardt, presidente de la organización de productores americana.
"Debido a este vacío California adoptó ya una norma de clasificación y etiquetado en 2014. Las empresas familiares como la mía apoyaron esas regulaciones porque permitían a los productores una verdadera oportunidad de competir en igualdad de condiciones. Media década después, nuestro estado es conocido en todo el mundo por su compromiso con la calidad", asegura Englehardt.
Las nuevas normas para el aceite de oliva, que la FDA estaría facultada para promulgar después de una norma final y a la espera de un período de consulta públicos, marcaría la primera vez que el gobierno federal regular la categoría.
Las peticiones de los ciudadanos para los estándares de identidad y calidad han conllevado ya en el pasado la adopción de regulaciones para una amplia variedad de otros productos alimenticios.
Base científica
Tanto Deoleo como los productores norteamericanos han mostrado su confianza en que la petición demuestre la necesidad de adoptar las normas propuestas con base científica para el aceite de oliva "a fin de proporcionar un trato honesto y justo en interés de los consumidores, promoviendo al mismo tiempo una industria vibrante y competitiva".
"Creemos que los consumidores tienen derecho a saber lo que están comprando, pero la ausencia de un entorno reglamentario aplicable lo hace difícil", explicó ya a finales del año pasado Ignacio Silva, presidente de Deoleo. En su opinión, "la petición ofrece una oportunidad increíble para mejorar la calidad en toda la categoría y, lo que es más importante, restablecerá la confianza de los consumidores en el aceite de oliva". El máxima ejecutivo de la empresa española tiene claro que "apoyamos las normas de clasificación con base científica porque estamos comprometidos con la calidad. Es así de simple".
Auditoría
Una investigación llevada a cabo en 2015 por la Liga Nacional de Consumidores de EEUU sobre el etiquetado incorrecto del aceite de oliva determinó que seis de las once marcas nacionales habían falseado los grados de calidad a los consumidores. Y, posteriormente, una auditoría independiente, realizada durante cuatro años, entre 2015 y 2019, determinó, igualmente, que la mitad de todos los productos en el sector del aceite de oliva disponibles actualmente para los consumidores no cumplían las normas de calidad internacionales.
"Los consumidores merecen saber qué es lo que están comprando y deben tener la confianza de que están recibiendo el valor y los beneficios para la salud que corresponden al grado de calidad de aceite de oliva que desean. La clara definición de los grados establecidos en la petición de aceite extra virgen, virgen y de oliva lo hace y permite a los consumidores estadounidenses elegir un punto de precio adecuado para satisfacer sus preferencias", asegura la industria norteamericana.
Un gigante mundial
Deoleo, que cuenta con presencia en más de 60 países de los cinco continentes y tiene fábricas en España e Italia, admeás de oficinas comerciales en 15 países, lleva desde hace tiempo criticando que la venta de aceite a bajo precio en el mercado americano está perjudicando los intereses del sector, al banalizar el producto. La empresa insiste en que esa es la razón por la que quiere impulsar una normativa en defensa de la calidad de todo lo que se vende en Estados Unidos, tal y como de hecho sucede ya en el mercado español.
La compañía cerró el año 2019 con unas pérdidas de 10,6 millones de euros, lo que supone una reducción del 96,4% con respecto a los 'números rojos' de 291 millones de euros del ejercicio anterior. Este recorte en sus números rojos fue fruto, principalmente, de la ausencia de deterioros frente a 2018, cuando el resultado de la compañía se vio impactado por un deterioro contable de 238 millones de euros netos. Tras una reestructuración financiera, la empresa va ya la luz.