
SuperShe es el nombre de una pequeña isla de apenas 8,4 hectáreas de extensión situada en el mar Báltico, en la costa finlandesa. Una isla privada cuya propietaria, la empresaria Kristina Roth, convirtió en 2018 en un exclusivo refugio de descanso vacacional que solo abre sus puertas dos meses al año. Con cuatro lujosas cabañas con capacidad para diez personas en total, este resort ofrece a sus visitantes yoga, spa, sauna, esquí acuático, kayak, senderismo y un entorno paradisiaco en plena naturaleza que ayudan a desconectar de las presiones del trabajo y la vida cotidiana. De la vida cotidiana… y de los hombres. Porque SuperShe solo admite mujeres como huéspedes. Un lugar, en palabras de su fundadora, concebido para "conectar a las mujeres de todo el mundo, con diferentes historias, y así inspirar a otras".
Sí SuperShe es todo un exponente de empoderamiento femenino en un contexto vacacional y de descanso, ¿cómo resultaría esa experiencia trasladada al ámbito laboral? ¿Cómo sería una empresa formada íntegramente por mujeres? "Probablemente tendría mucha parte emocional y existiría mucha comunicación y empatía. Aunque, por otro lado, se trataría de una empresa nada diversa, demasiado homogénea y, por lo tanto, menos competitiva, ya que carecería de ciertos aspectos que brinda la heterogeneidad como son innovación, flexibilidad y diversidad de opiniones", opina Consuelo Castilla, socia y presidenta de AdQualis.
Sandra Dema Moreno, profesora de sociología y especialista en género de la Universidad de Oviedo, señala que en realidad la mayor parte de la fuerza laboral trabaja en entornos en los que predomina un único sexo. "Hay sectores claramente feminizados, como el de los servicios o los cuidados, en los que más del 80% de las personas empleadas son mujeres; y otros muy masculinizados, como la construcción o la industria, en los que sucede lo contrario, las mujeres no ocupan ni el 20% de los trabajos. El problema es que, incuso en los sectores en los que la mayoría de las trabajadoras son mujeres, los puestos de responsabilidad son ocupados por hombres".
Esta investigadora piensa que una empresa exclusivamente femenina eliminaría algunos de los problemas asociados a esa predominancia de los hombres en posiciones de poder como "la segregación vertical o el acoso sexual y por razón de sexo en el trabajo". Sin embargo, objeta, también sería "un entorno bastante artificial, porque socialmente nos relacionamos en espacios mixtos". El reto, concluye, consiste en "ver cómo integrar la diversidad en espacios de trabajo igualitarios que permitan convivir a personas diversas".
Discriminación
Las empresas de mujeres podrían ser una respuesta contra la discriminación por razón de género que sigue existiendo en numerosas empresas españolas. Desde organizaciones como la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (FEDEPE), sin embargo, no creen que la discriminación positiva sea la vía para alcanza la igualdad entre hombres y mujeres. "Lo que reclamamos es que no haya discriminación. Punto. Es simplemente lograr un trato igualitario a la hora de contratar, pagar un salario o designar un puesto en un Consejo. Creemos que eso se logra con leyes que exijan esa igualdad y con un seguimiento de su cumplimiento. Ahí tenemos los ejemplos de los países nórdicos y de otros más cercanos a nosotros que regulan o controlan que no haya discriminación", reclama su presidenta, Ana Bujaldón.
Aunque mientras esas medidas legales llegan, las mujeres adoptan sus propias soluciones. Bujaldón sostiene que el auge de las mujeres autónomas y empresarias que se vive en la actualidad está motivado, en buena medida, por la dificultad que entraña todavía abrirse paso en el mundo de la empresa. "Hay muchas mujeres directivas con un talento enorme pero invisible que no pueden acceder a puestos de responsabilidad. El problema se centra ahí, en los consejos de administración y en los altos puestos de decisión. Ahí es donde consideramos que existe discriminación y no hay tantas mujeres como debería haber", denuncia.
Experiencias
Las empresas femeninas son ya una realidad en diversas partes del mundo. Porque "cuando las mujeres se unen, avanzamos más rápido, más lejos y juntas", reza el eslogan de The Wing. Con 16 sedes abiertas en distintas ciudades de Estados Unidos, Canadá y Reino Unido, este espacio de coworking ha recibido más de 13.000 solicitudes de admisión en los últimos meses y ha conseguido levantar una financiación de 32 millones de dólares. The Wing prohíbe terminantemente la entrada a hombres en sus instalaciones y acaba de sacar una revista cuyo reivindicativo título es No Man's Land ("No es lugar para hombres").
Sin llegar a esos extremos, en España el Club de negocios Alma Sensai está formado mayoritariamente por mujeres, aunque también admite a hombres como miembros. A nivel empresarial, es posible encontrar experiencias en este sentido dentro del mundo del emprendimiento. Un ejemplo es la Consultora CANVAS Estrategias Sostenibles. Tanto sus dos socias fundadoras como sus tres empleadas son mujeres. Una elección consciente que, explica Claudina Caramuti, una de sus responsables, marca su propia identidad y carácter como empresa. "Hasta ahora el talento femenino es el que mejor responde a lo que buscamos y a nuestro propósito como organización. Es una buena mezcla de compromiso con pasión, creatividad y profesionalidad. Además, números estudios muestran que el género de una organización influye en sus objetivos, ganando peso el componente social entre sus principales desafíos", argumenta.
Talento Femenino
¿Existe un talento femenino y un talento masculino? Según Consuelo Castilla, el talento no es una cuestión de género, si bien, puntualiza, sí podría hablarse de "una serie de capacidades interpersonales y rasgos de liderazgo diferentes y complementarios que condicionan una determinada forma de concebir o realizar su trabajo". Estos rasgos marcarían la personalidad de una empresa en la que predominara la presencia femenina, frente a otra mayoritariamente formada por hombres. "Se podría percibir más presencia femenina en una organización por su nivel de organización, de comunicación y por tener un componente más humano", resume.
Eso sí, advierte esta experta, los estereotipos proliferan cuando se habla de género y trabajo. "Existen aún demasiados prejuicios de base que hacen encasillar a las personas, pero poco a poco estamos trabajando en cambiar, en acabar con las ideas preconcebidas y en apostar por el talento y la igualdad de oportunidades, potenciando la diversidad".
¿Cuándo dejará de ser el género un factor determinante en el debate laboral? Claudina Caramuti lo tiene claro: "Cuando no haya diferencias salariales entre un hombre y una mujer a igualdad de funciones, y cuando puedas crecer profesionalmente de igual manera y obtengas el mismo reconocimiento a todos los niveles y sin discriminación alguna", reivindica. ¿Qué tiene que suceder para que se opera el cambio? Para Caramuti, "continuar trabajando en incrementar la concienciación y sensibilización de la sociedad, poniendo especial énfasis en los aspectos relacionados con la educación y formación en la búsqueda de la igualdad de género".