
¿Sabría cómo actuar cuando un compañero de trabajo le confía que acaba de ser diagnosticado de cáncer? ¿O qué decirle? ¿Es consciente de que bienintencionadas frases como "entiendo cómo te sientes" pueden provocar lo contrario de lo que pretendía? Advirtiendo que ni directivos ni empleados están preparados para un escenario que se consolida en las oficinas españolas, la aseguradora Cigna España y la clínica MD Anderson Cancer Center de Madrid han lanzado un manual con recomendaciones y consejos básicos para convivir con un problema que afrontan cada año miles de personas.
Compartir oficina con un compañero enfermo de cáncer no se tratará de algo extraordinario, sino del escenario más habitual al que nos aproximamos cada año, con el aumento de enfermos diagnosticados en edad de trabajar. En 2018, casi el 40% de los nuevos enfermos se encontraban en edad de trabajar, según datos de la Asociación Española contra el Cáncer. Al cierre de 2019, la Sociedad Española de Oncología Médica estimó la detección de más de 277.000 nuevos afectados de todas las edades, un 12% más que el año 2015.
Sin embargo, una abrumadora mayoría de compañías en España no está preparada para gestionar el desafío que supone tener en plantilla a empleados forzados a transitar la situación más estresante de sus vidas. El estudio 'El cáncer en la empresa. Perspectivas 2020', presentado el pasado otoño por Cigna España y el MD Anderson Cancer Center, ponía de relieve la baja implantación de programas de gestión y prevención del cáncer en el ámbito corporativo español. Sólo el 16% de las medianas y grandes empresas de nuestro país cuenta con este tipo de políticas y protocolos integrales, y un paupérrimo 20% ofrece programas de prevención.
La aseguradora norteamericana especializada en salud y la filial madrileña del prestigioso centro oncológico fundado en Houston unen fuerzas ahora para lanzar un manual con recomendaciones específicas en la gestión humana y profesional de una de las enfermedades más temidas con las que habrá que convivir en el trabajo. La guía funciona como brújula para que directivos y personal de cualquier tipo de empresa acompañe al enfermo en una ruta de aguas turbulentas y amenazadoras. 'El cáncer en la empresa: apuntes prácticos para Recursos Humanos' pone especial atención en aspectos tan básicos como lo que debemos decir o no a un compañero que nos comunica su dolencia.
Lo que NO debemos decir a un compañero enfermo de cáncer:
-Pedirle que sea positivo y que fomente esa actitud o mostrar un optimismo impostado.
-"Entiendo cómo te sientes" puede ser una expresión bienintencionada pero, lejos de reconfortar, funciona con efecto antiempático. Relativiza los sentimientos extremos del enfermo ya que es prácticamente imposible comprender esas sensaciones límite sin haberlas experimentado. Puede resultar ofensivo.
-"Qué bien se te ve", "estás siendo muy fuerte" o "estás siendo un ejemplo" tampoco son las mejores opciones. Trasladan al paciente que está gestionando muy bien la enfermedad por no expresar debilidad ni emociones negativas. Esto no es sinónimo de fortaleza, más bien puede suponer un perjuicio emocional porque el enfermo está reprimiendo lo que siente y, con ello, recibe el aplauso de su entorno laboral.
-No expresar opiniones no solicitadas. Tampoco caer en la tentación de dar consejos o sugerencias si el compañero afectado no las pide.
-Evitar cualquier comentario sobre la apariencia física del enfermo si ésta no es muy buena.
Lo que SÍ debemos decir a un compañero enfermo de cáncer:
-"Lamento saber que estás pasando por esto; tienes todo mi apoyo".
-"No sé qué decir, pero quiero que sepas que me preocupo mucho por ti".
-"Si quieres hablar, aquí estoy siempre para ti".
-"Por favor, si necesitas cualquier cosa avísame para que pueda ayudarte".
Las anteriores son frases alineadas con la empatía hacia el enfermo y destinadas a transmitir apoyo, interés y preocupación de un modo prudente.
-Resulta idóneo prestar atención a las señales que emite el afectado y a sus tiempos. Algunas personas se sienten cómodas compartiendo lo que les está sucediendo, pero otras, en cambio, son muy reservadas y necesitan un ritmo diferente. En ambos casos, hay que respetar esas necesidades cambiantes.
-Es mejor no hablar si no se sabe qué decir. Hablar poco, escuchar mucho y aprender a tolerar los silencios son las actitudes que más ayudarán al compañero diagnosticado de cáncer. Al comunicar su enfermedad, los pacientes agradecen ser escuchados sin interrupciones y sin ser aconsejados. Apoyar con la presencia, aunque sea en silencio, siempre es una opción acertada.
Cuatro momentos para afrontar el cáncer en la empresa
El manual también establece cuatro momentos claves para afrontar el diagnóstico de cáncer en el seno de una compañía. La primera se refiere a una fase de prevención o "prediagnóstico", en la que debe definirse un protocolo de actuación para Recursos Humanos, los médicos de la empresa -si los hubiera- y los directivos y mandos intermedios. Debe de transmitirse un mensaje homogéneo y unívoco al gestionar la situación, en el momento en que surja. La guía recomienda elaborar una hoja de ruta de gestión del impacto entre los empleados, que incluya recomendaciones concretas para ayudar a normalizar el escenario, evitar la exclusión del enfermo y respetar su privacidad y sus tiempos.
En la fase de diagnóstico, se aconseja desplegar un apoyo psicológico desde la empresa a su trabajador enfermo, facilitar la normalización de sus emociones negativas, colaborar en una inclusión plena en el día a día corporativo y establecer charlas terapéuticas con otros compañeros que hayan pasado por la enfermedad. Asimismo, es adecuado implementar un calendario de evaluación con el afectado, para conocer cómo va evolucionando y adaptándose a su nueva realidad.
Durante el tratamiento, el manual de Cigna y el MD Anderson Cancer Center sugiere a las empresas que ayuden a su empleado a gestionar todo el proceso con medidas como la flexibilidad horaria a través de teletrabajo, por ejemplo; la conciliación del trabajo con la familia y el tratamiento médico; una reasignación de tareas si fuera necesario por el estado de salud del enfermo; el establecimiento de períodos de descanso durante la jornada laboral y ofrecer la opción de alargar las bajas médicas estándar reconocidas.
Estrés, miedo a la disminución de sus capacidades, falta de confianza, son algunas de las emociones que experimentará el empleado en su reincorporación laboral
Los enfermos de cáncer tienen derecho a acogerse a una baja laboral por incapacidad temporal, con una duración máxima de 12 meses y hasta 6 meses más de prórroga. En ciertos casos, este período se demuestra insuficiente, por lo que las organizaciones deberían ser capaces de ofrecer una ampliación de estas ausencias para respaldar al paciente y disminuir su nivel de estrés.
Por último, en la fase de la reincorporación laboral tras el fin del tratamiento médico, el manual propone a las compañías alentar un proceso gradual para su empleado, considerando las nuevas incertidumbres y complicaciones que sufrirá en esta etapa. El estrés ante la vuelta, el miedo a la disminución de sus capacidades, la falta de confianza en sí mismo son algunas de las emociones que experimentará la persona que se reincorpora al día a día en la oficina. Proporcionar tareas adaptadas y afines a su experiencia sin ser percibidas como un castigo, realizar un seguimiento para evaluar su estado y dotarle de herramientas de autorregulación emocional y gestión de estrés emergen como las medidas más adecuadas para el beneficio de compañía y empleado.