La banca obedece las recomendaciones de los supervisores de rebajar costes para ganar rentabilidad y eficiencia y cierra el año 2019 con el mayor ajuste realizado en tres años.
Concretamente, las ocho entidades españolas cotizadas prescindieron el año pasado en España de un total de 7.726 empleados, es decir, que recortaron en un 5,3% su plantilla. Cabe destacar que en 2018, toda la banca que opera en nuestro país tan solo recortó 5.444 puestos de trabajo. De este modo, el ajuste que las entidades cotizadas realizaron en 2019 ya es un 42% superior al hecho un año antes. Asimismo, el sector prescindió en 2017 de un total de 1.657 empleados, casi cinco veces por debajo del recorte de 2019.
El ajuste que realizaron las ocho entidades cotizadas (Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Bankia, Bankinter, Unicaja y Liberbank) en la red de oficinas fue aún mayor. Los bancos cerraron el 11,2% de sus sucursales el año pasado. Es decir, pasaron de tener 18.775 oficinas en 2018 a situarlas en 16.667 en 2019. No obstante, las entidades continúan con sus planes de clausurar sucursales este año. Concretamente, el Banco Sabadell, según señaló la semana pasada su consejero delegado, Jaume Guardiola, prevé cerrar 145 oficinas en 2020, aunque estimó que, a la par, abrirán unas 50 sucursales premium.
El grueso de los ajustes de personal realizados el año pasado llegaron de la mano del Banco Santander y CaixaBank. El grupo cántabro llevó a cabo un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) el año pasado que afectó a 3.223 empleados. La entidad decidió llevar a cabo este recorte de plantilla tras finalizar la integración del Popular. El ajuste también contemplaba el cierre de 1.150 sucursales.
Por su parte, CaixaBank puso en marcha un ERE que afectó a unos 2.000 empleados.
Mejora de eficiencia
El Banco de España sugirió el pasado mes de diciembre a la banca la necesidad de una mejora en su ratio de eficiencia, para que se sitúe en torno al 43% frente al 54% actual, a través de una rebaja de costes que sería drástica. Este incremento de la eficiencia tan solo sería posible con un ajuste de, al menos, una quinta parte de los gastos operativos, ya que es difícil que los ingresos aumenten ante el escenario de tipos de interés negativos, cuya primera subida no se prevé hasta 2023, según las estimaciones de S&P.
Por tanto, el tijeretazo que tendrían que realizar las entidades sería de unos 5.000 millones de euros, una cantidad superior a la realizada desde el inicio de la crisis, en 2009. La dificultad para realizar este ajuste se materializa en las importantes cantidades que los bancos tienen que destinar de golpe a sufragar los costes de reestructuración, que tiran a la baja la cuenta de resultados.