
Cautela, digitalización y cambio climático. Estos son los tres mantras que marcarán el devenir del transporte en 2020. Las aerolíneas, que están el punto de mira de los gobiernos europeos y los activistas por las emisiones de CO2, no dudan en señalar a la "inestabilidad, la desaceleración económica y el CO2" como los grandes retos que enfrentará su sector a lo largo del año que viene.
No en vano, ante el enfriamiento de la demanda y la bajada de los precios, las compañías aéreas ya han echado el freno a su crecimiento en Europa y alguna de ellas, como Ryanair o Vueling reducirán su oferta en España o directamente no crecerán, lo que llegará a impactar en las tarifas generando alzas.
Aena fue la primera en dar la voz de alerta con la desaceleración de la actividad al señalar que el tráfico de su red de aeropuertos crecerá apenas un 1,1% el año que viene. A un invierno complicado y un verano con "poca visibilidad" se suma el reto de reducir la huella de carbono y de avanzar en la digitalización y el desarrollo de nuevos servicios basados en el Big Data y la Inteligencia Artificial. En cuanto a las emisiones de CO2, las aerolíneas europeas ya han asumido compromisos para tener emisiones netas en los próximos años y el sector sigue trabajando en el desarrollo de combustibles alternativos y del avión eléctrico, que todavía está lejos de ser una opción para la aviación comercial por la falta de potencia para mover aeronaves grandes.
La CNMC abre la puerta a acabar con las concesiones de autobús que siguen paradas
Dentro de la guerra a las emisiones, las aerolíneas afrontan el reto de tener que pagar más impuestos ya que algunos países de la UE insisten en aumentar la presión fiscal para que reducir la demanda y que compensar las emisiones. El transporte por carretera también afronta el reto del CO2 y de la renovación de las concesiones de autobús, que siguen paralizadas mientras que la CNMC ha abierto la puerta a promover la liberalización en las rutas interurbanas.
Pero el sector que más va a cambiar es el ferroviaria ya que Renfe terminará el año con competencia en la alta velocidad por primera vez desde el nacimiento de la misma en 1992. El operador ferroviario enfrenta el reto de poner en marcha su servicio de bajo coste entre Madrid y Barcelona en abril de 2020, de mejorar su servicio comercial y su página web para poder hacer frente a la llegada de la competencia. Y es que, en diciembre empezará a operar SNCF con su servicio de bajo coste, que lleva años en marcha, y un año después Trenitalia, que ya está compitiendo con otros operadores en Italia. A su vez, la compañía pública debe meter mano a su filial de mercancías, que sigue en números rojos mientras la actividad y los precios no terminan de repuntar.
En la logística se avecina una guerra por el uso de los puntos de recogida instalados por Correos, que cobra a las demás repartidores por usarlos.