
Íñigo Meirás cederá el testigo a Ignacio Madridejos como consejero delegado de Ferrovial el próximo 1 de octubre. Nacido en Madrid en 1963, de origen gallego, Meirás abandona la empresa diez años después de asumir las máximas responsabilidades ejecutivas -compartidas con el presidente Rafael del Pino- y tras 27 años ocupando distintos cargos en la firma. Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense y MBA por el Instituto de Empresa, deja la compañía en su techo histórico bursátil, con un valor superior a los 19.670 millones de euros, lo que la convierte en el mayor grupo de infraestructuras español en bolsa, por encima de ACS.
Desde 2009, cuando Meirás sustituyó a Joaquín Ayuso, la capitalización de Ferrovial ha crecido un 410 por ciento. Un parámetro que no admite lugar a la discusión sobre su gestión, fundamentada en un proceso de expansión internacional ordenado, sin apenas aventuras en mercados dudosos, que le ha permitido consolidarse como actor principal en EEUU, Canadá, Reino Unido y Australia.
A Meirás le vencía el contrato el próximo junio. A comienzos de año comunicó al consejo su intención de cerrar su etapa en Ferrovial. En la búsqueda de su sustituto irrumpió Madridejos, un hombre que Del Pino tenía en el radar desde hacía tiempo. En julio se consumó su elección, anticipándose así el relevo.
La exitosa internacionalización, con el mercado estadounidense como punta de lanza, y la conformación de un equipo de profesionales de primer nivel alineado son, según ha confesado Meirás a su entorno en los últimos días, sus logros más valiosos. Del Pino, sin embargo, ha optado por buscar fuera de Ferrovial a su sucesor, frente a los que había sido tradición hasta ahora.
Meirás se convirtió en consejero delegado en 2009, cuando la crisis azotaba con virulencia. Ferrovial la superó mejor que la mayoría de sus competidores gracias a acertadas decisiones -suyas y de sus predecesores-. Siempre bajo la última palabra de Del Pino, en estos diez años dominan ante todo las luces, aunque lógicamente también hay alguna sombra. En su trayectoria sobresalen una acertada gestión de la deuda, combinada con operaciones como la venta del negocio de aparcamientos, Swissport y la fusión de Ferrovial y Cintra, o su decidida apuesta por la explotación de autopistas y aeropuertos. Se marcha sin cerrar el último gran movimiento, el traspaso de la división de Servicios que dirigió entre 2000 y 2007, aunque la deja muy encaminada. . Su mayor escollo -ya resuelto- lo ha enfrentado en la parte final de su mandato, con el fallido contrato de Birmingham que llevó a la empresa a millonarias pérdidas en 2018.
Meirás acompañará a Madridejos en el traspaso de poderes aún unas semanas. Con 56 años, seguirá al pie del cañón, aunque desde una posición menos exigente que la que implica ser consejero delegado de Ferrovial, cargo muy bien retribuido, pero también de un fuerte desgaste. Su destino lo decidirá en los próximos meses -los fondos ya merodean-. Propuestas no le faltarán.