España es el séptimo país de la Unión Europea que más comida desperdicia, con 7,7 milllones de toneladas al año, lo que equivale a 179 kilogramos por persona.
De acuerdo con los datos ofrecidos por el Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medioambiente, sería como "tirar a la basura" 3.000 millones de euros anualmente. Y hay que tener en cuenta que de todos los alimentos que acaban en la basura, aproximadamente 1,2 millones de toneladas son aptos para el consumo. Sin embargo, también hay que decir que España es el que más dona de la UE: 153 millones de kilos en 2017.
Para frenar esta problemática, el Consejo Directivo de AECOC aprobó en 2012 trabajar en un proyecto destinado frenar este problema. Un programa de colaboración entre todos los sectores de la cadena alimenticia, que cuenta con el apoyo de cerca de 500 empresas fabricantes y distribuidoras del sector del gran consumo, servicios logísticos y transporte.

Desde el inicio del proyecto se ha conseguido reducir así notablemente su porcentaje de desperdicio, hasta situarlo en un 0,7% del total producido, respecto al 1,71% inicial. Según FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) los alimentos que se pierden o desperdician consumen alrededor de una cuarta parte de toda el agua empleada con fines agrícolas. Requieren una superficie cultivada del tamaño de China, y se estima que son responsables de un 8% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y también contribuyen a la pérdida de biodiversidad.
Comida desechada en la UE
En la Unión Europea se desperdician alrededor de 89 millones de toneladas de comida al año, según el último estudio Fusions 2016 de la Comisión Europea. Más de la mitad de esta comida, el 53% (alrededor de 47 millones de toneladas) se pierde en los hogares; seguida del sector de procesado y conservación de los alimentos con un 19% (17 millones de toneladas). Ambos sectores representan el 72% de los residuos de los alimentos de la UE.
El 28% restante corresponde a los servicios de alimentación (12%), equivalente a 11 millones de toneladas, producción (11%), correspondiente a 9 millones de toneladas, y la venta (5%), con 5 millones de toneladas aproximadamente.
Aunque la parte más visible y con mayor impacto mediático y social de este problema es la que afecta a las pérdidas y al desperdicio de alimentos en la fase de distribución, las cifras que se estiman en el estudio realizado por la Comisión Europea indican que no es ni mucho menos el punto de la cadena en que se originan las mayores pérdidas de alimentos, ya que como podemos observar en el gráfico, más de la mitad de los alimentos que se tira a la basura en Europa se producen en los hogares.
Y en su mayoría, el 60% son evitables, mediante cambios de hábitos de consumo, compra y mejor gestión de los alimentos. La pérdida y el desperdicio de alimentos cuestan a la economía mundial en torno a 990.000 millones de dólares cada año (aproximadamente 895.000 millones de euros).
A partir de los estudios disponibles, se estima que cada año se desaprovechan en el mundo, más de 1.300 millones de toneladas de alimentos, es decir, un tercio de la producción mundial, de los que 89 millones de toneladas de comida (14% del desperdicio mundial) en buen estado corresponden a la Unión Europea. Si se recuperara, aunque solo fuera una cuarta parte de los alimentos que se pierden o se desperdician actualmente, se podría alimentar a 870 millones de personas que pasan hambre en el mundo.
Innovación y digitalización
La innovación y la digitalización son claves para el reaprovechamiento de comida que se desperdicia. El VII punto de encuentro AECOC (Asociación Española de Codificación Comercial) contra el desperdicio alimentario que se celebrará en el Auditorio Fundación Pablo VI de Madrid, el próximo 26 de septiembre, analizará el papel de la tecnología en la recuperación de alimentos.
También existen iniciativas como las de Too Good to Go, aplicación móvil que utiliza convenios con supermercados y establecimientos para vender a un precio más bajo la comida sobrante, y Upprinting Food, startup que utiliza alimentos descartados para su comercialización y así poder crear recetas para impresoras 3D, que se apoyan en la tecnología para reaprovechar los excedentes alimentarios evitando la generación de desperdicio, mediante un producto atractivo. La lucha contra el desperdicio continúa.
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