
La tormenta perfecta sigue tronando sobre el sector minorista de Estados Unidos. Al azote del comercio electrónico que ha forzado al cierre masivo de tiendas y obligado a muchas veteranas a cobijarse bajo las leyes de quiebra se suman ahora los nuevos aranceles que la administración Trump impondrá a China a partir del próximo 1 de septiembre.
El catálogo de bienes que entrarán a formar parte de la contienda y cuyo valor oscila los 300.000 millones de dólares recaerán exclusivamente en el consumo. Todo ello en un momento en que el según los datos más recientes dados a conocer por el Departamento de Trabajo de EEUU, el sector minorista ha destruido en los últimos tres meses alrededor de 22.500 empleos. Desde julio de 2017, la cifra asciende hasta los 49.000 puestos de trabajo, según datos consultados por el Financial Times.
La pérdida de empleos en el comercio minorista ha estado impulsada la suspensión de pagos y reestructuración de grandes compañías, como Toys 'R' Us, Bon-Ton, Payles, Gymboree o más recientemente Barneys, así como por la reducción de costes y el cierre de tiendas por parte de otros cadenas como Macy's, JC Penney o Gap, por mencionar algunas.
Se podrían cerrar más de 12.000 tiendas en EEUU durante este año
Según Coresight Research, en la primera mitad del año, se han cerrado ya más de 7.426 establecimientos mientras que la cifra total podría sobrepasar las 12.000 tiendas a finales de 2019, lo que supondría un récord. Ahora, el arancel del 10% en ciernes promete complicar aún más la situación para estas empresas.
"Los nuevos aranceles del presidente Trump deberían preocupar a todos los estadounidenses", asegura Matt Priest, presidente de la patronal de Distribuidores y Minoristas de Calzado de América. Según Priest, la Casa Blanca está utilizando a las familias estadounidenses "como rehenes en sus negociaciones de guerra comercial".
En las listas se incluyen a los teléfonos inteligentes, cuya importaciones procedentes de China alcanzaron los 43.200 millones de dólares en 2018, lo que representa el 81,8% de las importaciones totales; prendas de vestir y calzado por valor de 42.100 millones de dólares, que representan el 37,6% del total; ordenadores portátiles, con un valor de 37.500 millones de dólares, equivalente al 94,4% del total; juguetes por valor de 11.900 millones de dólares, que es el 97.6% del total; y consolas de videojuegos por valor de 5.400 millones de dólares, que representan el 97,6% del total.
La consultora Panjiva Research destaca como estos cinco sectores son altamente estacionales, por lo que es probable que los aranceles fuercen a muchas compañías a realizar envíos acelerados de inventarios durante la temporada alta, a medida que anuncian planes para aumentar los precios como un punto de partida antes de trasladar su producción fuera de China.
En un informe publicado a mediados de mayo, el analista de UBS, Jay Sole, ya advertía que la guerra comercial entre Washington y Pekín pone en riesgo el posible cierre de 12.000 tiendas y hasta 40.000 millones de dólares en ventas. UBS ya anticipaba antes de la renovada escalada arancelaria el cierre de hasta 20.710 tiendas en EEUU hasta 2026. "Los gravámenes pueden provocar que la mitad de este ajuste se produzca solo en un año y no en cuatro", avisaba Sole.
Sin embargo, los salarios suben
No obstante, pese a las fuertes presiones que pesan sobre las minoristas estadounidenses, la Oficina de Estadísticas Laborales de EEUU (BLS, por sus siglas en inglés), la subida media en los salarios por hora para 13,4 millones de trabajadores minoristas no supervisores aumentaron un 5,1% el año pasado, el mayor avance desde 1981.
El incremento del salario mínimo por estados y en las principales cadenas, como Walmart o Target, junto con un mercado laboral ajustado, han impulsado el aumento de los ingresos.
Aún así, aunque los empleados minoristas han logrado subidas salariales recientes, todavía reciben mucho menos que los trabajadores por hora en muchos otros sectores. En la actualidad ganan un 29% menos que la media de todos los empleados no supervisores, según los datos consultados por Bloomberg, solo una tímida mejora desde el 30% de hace diez años.