Agua y medioambiente

El auge del cultivo sin tierra, el futuro del sector hortofrutícula del levante

  • Las plantaciones sobre sustrato han duplicado la producción
Cultivo sin tierra. Imagen de Juanchi López

Pasar de una producción de 12 kilos por metro cuadrado a 24 kilos, no es un sueño descabellado. Pero en suelo normal sería imposible. Victoria Madrid, presidenta de Agricultura y Exportación, empresa murciana especializada en pimiento california para la exportación, recuerda aun cuando la finca de su padre era toda de secano y cultivaban incluso viña. Más noticias en la revista gratuita elEconomista Agua y Medio Ambiente

La transformación a regadío y la agricultura ya profesionalizada comenzó con la llegada del trasvase. Se empezó con cultivos continuos, con invernaderos de palo, poco a poco y reinvirtiendo siempre.

De un almacén muy modesto y precario, a otro algo mejor y más grande, hasta el almacén de manipulación que hay ahora, que sigue siendo pequeño porque sólo manipulan su producto, pero que cuenta con las mejores condiciones y tecnologías punteras. Cultivan 40 hectáreas de invernaderos, unos más grandes que otros, pero todos con el mismo grado de tecnificación, los pasillos perimetrales, los caminos hormigonados, el sistema de difusión de CO2 para alimentar a las plantas, la calefacción para mantener la temperatura idónea, el tutorial, la poda holandesa...

¿Y el suelo? No hay suelo. Esas 40 hectáreas -algo así como 50 estadios de fútbol de 105 por 68 metros cada uno, lo que miden el Bernabéu o el Camp Nou- se dedican por entero al llamado cultivo hidropónico, sin tierra . Sobre un sustrato que, en el caso de Agricultura y Exportación, es de coco. "Estamos muy limitados en cuanto a la desinfección de suelos, están castigados, tienen muchos hongos y no podríamos obtener la producción actual ni durante un ciclo tan largo", explica Victoria Madrid.

Inversión de 4,5 millones

El paso fuerte lo dieron entre 2010 y 2012 y supuso una inversión de 4,5 millones de euros en la finca. Tres de esos millones fueron para implantar la cogeneración, inversión que fue auxiliada en un 26% por fondos de la Unión Europea, del Ministerio de Agricultura, en una pequeña parte, y de la Comunidad de Murcia, en otra aún más pequeña. Los otros 1,5 millones de euros se dedicaron a modernizar los invernaderos y sus infraestructuras, implantar la calefacción, el hormigonado, los sistemas de riego por goteo y difusión del CO2, los sustratos de coco...

El sistema de cogeneración está paralizado desde la aprobación del Real Decreto Ley de regulación de renovables a principios de 2012, que suspendió los incentivos y lo hizo inviable. "Ahora no podemos trabajar con los mismos niveles de CO2 o calefacción que cuando teníamos nuestro sistema integrado, pero aun así, perderíamos más si arrancamos el motor, que dedicando los costes de explotación a comprar gas y CO2. Nos costaría más o menos el doble, con el agravante de que tenemos que pagar las amortizaciones a base de vender pimientos", explica Victoria. Y con el gas natural y el CO2 traídos de fuera, y pagando el agua del trasvase, los cultivos hidropónicos han doblado la producción.

Sistema de trabajo cíclico

El sistema de trabajo es cíclico. Se plantan las semillas en semilleros a mediados de octubre, y se trasplantan al invernadero a principios de diciembre, en lo que se tardan entre dos y tres semanas. A finales de marzo ya se empieza a recolectar fruto maduro y se prolonga hasta septiembre y octubre. Toda la producción que se recoge hasta fin de agosto es para exportación. Lo que se recoge en septiembre y octubre va mayoritariamente a industrias congeladoras. A finales de octubre, cuando las nuevas semillas ya están en el semillero, se arranca todo el cultivo y se prepara el invernadero, los sustratos, etc., para en diciembre volver a trasplantar. "El sustrato de se renueva por completo cada cuatro o seis años y tienes suelo nuevo para poder trabajar, drenar... Pero cada temporada se rellena, ya que al arrancar las plantas al fin de la cosecha parte del sustrato se va", comenta Victoria Madrid. Renovarlo al completo entraña un coste de unos 5.000 euros.

Además de con micro-riego constante y un buen sustrato, a las plantas se les alimenta con CO2. Se compra puro, criogenizado, llega congelado en sus cisternas y ya en la plantación se vaporiza y se va liberando en los invernaderos a través de unas conducciones de plástico microperforadas cada 50 centímetros y que están distribuidas por todos los lineales. "Aunque somos una zona rica en CO2, el exterior está en 340 partículas por millón, liberar dióxido de carbono alimenta a las plantas y mejora el color, el calibre y la calidad del fruto. Pero sin abusar, cuando las plantas están trabajando, a partir de las 11 o las 12, hay que bajar los niveles de CO2 porque si consumen pararían su labor. Se trata de que no paren y trabajen a gusto".

El mayor problema para los invernaderos y el cultivo hidropónico es el agua. "No se pueden dejar de regar no ya un día, ni tres horas. Si se deja de regar tres horas se manchan todos los pimientos y se pierde la cosecha, pero si se deja de regar un día se acabó la planta. Hay que hacer microrriegos constantes. Eso sí, no se desperdicia ni una gota", añade.

En cuanto a las ayudas de la Política Agraria Común (PAC), en esa región no se reciben subvenciones para el cereal, para el secano o para que una plantación pueda perdurar aunque no sea rentable. Los fondos que llegan son ayudas para modernización e inversión en maquinaria o tecnología. Son ayudas a la producción. Para beneficiarse de ellas, Agricultura y Exportación está constituida en OPFH, Organización de Productores de Frutas y Hortalizas. "Presentamos nuestros planes de inversión a tres y cinco años y, según la facturación de producto propio, tienes derecho a un porcentaje de subvención para esas inversiones", añade Victoria Madrid.

Para los nuevos empresarios agrícolas del Levante español, la referencia es Holanda, su principal rival en el mercado. Allí disponen de mayores políticas de apoyo al campo, pero tienen la desventaja del clima, lo que encarece el gasto por metro cuadrado cultivado. "Con un poco menos y mucho ingenio nos las vamos apañando. Es decir, adaptamos el modelo holandés pero con nuestro ritmo, nuestra idiosincrasia y nuestros fondos".

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