
Hoy día forman parte cotidiana del paisaje rural de nuestro país, pero hace poco más de 60 años eran una rara avis en el campo español. El libro 100 años del tractor en España muestra el largo recorrido para la implantación de estos vehículos en nuestro país y su contribución a la mejora y evolución de la agricultura. Más noticias en la revista gratuita elEconomista Agro
Aunque en el primer tercio del siglo XX la tecnología mecánica mundial se conoce en España, su difusión es escasa, ya que los problemas sociales, las reformas agrarias o el exceso de población campesina no son el mejor contexto para la mecanización rural. En 1932 había 4.084 unidades censadas, una cifra que cayó en los años siguientes por la Guerra Civil y que no se recuperó en los primeros años de posguerra para evitar el desempleo rural. En 1949 había censados 7.000 vehículos.
Fue a partir de la segunda mitad del siglo XX cuando comienza a extenderse el uso de los tractores, según se recoge en la publicación coordinada por Luis Márquez, que ha contado con la colaboración de Eloy Galván, y que ha sido editada por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. El nacimiento del Servicio de Concentración Parcelaria en 1953 y del Servicio de Extensión Agraria son los protagonistas de la difusión de las técnicas agrícolas modernas en nuestro país, apoyado por el Plan de Estabilización de 1959, que lanza el proceso de industrialización de nuestro país y produce una profunda reforma del campo y de la sociedad rural. A todo ello contribuyó años después la creación del Banco de Crédito Agrícola, que permitió suministrar apoyo financiero para la compra de tractores, según se relata en el libro.
Efectos en el empleo
Esa mecanización tuvo un rápido impacto en el empleo. Así, la población activa ocupada en la agricultura pasa de más del 40% en la década de los 50 al 10%.
Motor Ibérica y Lanz Ibérica fueron las empresas que a partir de 1953 marcaron de manera definitiva el inicio de la mecanización de la agricultura española. Antes, había habido varios intentos de crear plantas de fabricación o montaje de tractores, debido a la permanente situación de crisis económica y la escasez de materiales por el bloqueo a la Dictadura -entre 1946 y 1954 apenas se construyeron en nuestro país 800 unidades-. Aquellos pioneros fueron Auto Tractor -que fabricaba tractores con ruedas metálicas-, Tractores Españoles o Viasa.
Fue en 1952 cuando el Gobierno decide impulsar la mecanización agraria y convoca un concurso dirigido a firmas interesadas en la fabricación de tractores de ruedas y declara esta industria de interés nacional hasta el punto de que las empresas tendrían facilidades para la expropiación de terrenos. Fue el comienzo de las primeras grandes empresas. Lanz y Motor Ibérica -heredera de Ford Motor Ibérica-, consiguieron la autorización, la segunda para fabricar Ebro. El 10 de julio de 1956 salía de la factoría de Getafe el primer Lanz y el 9 de septiembre de 1957 el primer Ebro fabricado en Barcelona. Posteriormente, mientras Lanz, conocido por sus tractores indestructibles, pasa a formar parte de Deere Company, Motor Ibérica se alía con Masssey Ferguson, que fabrica también junto a los Ebro. A finales de esa década se fabricaban 17 modelos diferentes y había una capacidad instalada para 27.000 unidades.
Fabricación nacional
El verdadero boom llegaría a finales de la década de los 80, cuando había un censo de 600.000 unidades, la mayor parte de ellos de fabricación nacional.
La implantación de la industria de fabricación de tractores tiene nombres propios que siguen en la memoria colectiva de los hombres de campo. El gallego Eduardo Barreiros, creador del mítico tractor que lleva su apellido, es una de las figuras más destacadas. Su primer intento para fabricar fue en 1952, aunque no consigue la licencia, que tiene que solicitar por tres veces para hacer realidad su sueño. Tras asociarse con el fabricante alemán Hanomag, comienza la producción a finales de 1959 en Villaverde (Madrid). En 1968, el 20% de los 24.919 vehículos que trabajaban en el campo español habían salido de su factoría.
Barreiros fue pionero además en las nuevas técnicas de ventas y de marketing. Para competir con Lanz y Ebro, apostó por la presencia masiva en ferias, demostraciones y competiciones, y editó en 1961 la revista Rural, que enviaba a clientes, distribuidores y talleres de la marca. En 1969, la familia Barreiros se desprende de las acciones que tenía en la sociedad que habían formado con Chrysler, aunque los tractores seguirían manteniendo la marca hasta su desaparición del mercado en 1980.
Otro de los intentos fue protagonizado fue el protagonizado por un grupo de agricultores sevillanos, que crearon la Sociedad Anónima de Construcciones Agrícolas (Saca), que había iniciado su andadura en 1939 en la construcción de aperos. En 1960 lanza sus primeros tractores. Su aventura llegó hasta 1966.
En 1957, el italiano Francesco Scrimieri crea Sava que, diez años después, lanza su primer modelo de tractor , el SavaNugfield 10/60. La empresa fue absorbida por la pública Enasa, que dejó la fabricación. En 1968 Scrimieri recupera la producción de estos tractores de la mano de Motransa, que años después vendió a Fiat. Fue el final de la aventura española en la fabricación de tractores agrícolas de gran potencia. Hoy en día, sólo Agria y Andrés Hermanos fabrican vehículos de menos de 100 caballos, destinados a la hortifruticultura.
Crisis del sector
La gran crisis del sector en 1988, con la caída de la venta de los tractores de 24.571 unidades a las 12.000 de 1992 pone fin a la fabricación de tractores en España, ya que Kubota, que había tomado el control de Motor Ibérica, decide abandonarla.
Hoy, en España hay censados 875.590 tractores, aunque el parque activo sería de 700.000 unidades, el doble de lo que realmente se necesitaría. El exceso afecta también a la potencia de los vehículos, ya que según señala Luis Márquez a elEconomisa Agro, los agricultores siguen comprando vehículos má potentes de lo que realmente necesitan, con lo que se elevan los costes de producción.
Sumario: Motor Ibérica y Lanz fueron las empresas que marcaron el impulso a la mecanización. 1968 En ese año, dos de cada diez tractores que había en España eran de la marca Barreiros.