Emprendedores-Pymes

Las startups y la gran empresa han acercado posturas en los últimos años

  • Muestran cada vez más interés en establecer vías de colaboración

Son muchas las variables que deben confluir para que un ecosistema startup alcance cierto nivel de madurez. Cultura abierta, innovación, acceso a financiación, entre otros múltiples factores, influyen de lleno en este desarrollo. En el caso español, los principales actores de la industria afirman que la inversión ya llega de manera fluida a las startups. Más noticias en la revista gratuita elEconomista Pymes, Autónomos y Emprendedores

De hecho, así lo indicó la directora de Campus Madrid, Sofía Benjumea, a este medio durante la celebración de South Summit: "Lo cierto es que ahora en España no falta dinero. Hay mucha inversión, tanto pública como privada".

Por ello, una vez superada esta condición, resulta clave el papel de las grandes corporaciones para dotar de mayor dinamismo al ecosistema. Como explica el consejero delegado de la comunidad de inversión en startups Startupxplore, Javier Megías, "la relación entre las grandes y las startups es imprescindible. De hecho, la diferencia entre un ecosistema más maduro y otro menos radica en si las empresas están tomando un papel activo".

Casos recientes, como el de la compañía automovilística Ford -que premió con 10.000 euros a tres startups del sector de la movilidad-, o el fabricante de vehículos japonés Honda -que decidió hace apenas unas semanas expandir su programa de apoyo a startups, Honda Innovations, a Europa- muestran el creciente interés que el fenómeno emprendedor despierta en el mundo corporativo. Sin embargo, no se trata de un hecho reciente, ya que como afirma David Pascual, responsable de la iniciativa Indraventures de Indra, "identificamos que existe una mayor vinculación desde 2010, creciendo esta colaboración en los últimos años. La inmensa mayoría de las compañías del Ibex 35 disponen de aceleradoras, programas e iniciativas que fomentan la colaboración entre startups y corporaciones". En esta misma línea se muestra el director de innovación de Telefónica, Gonzalo Martín-Villa, quien reconoce que "es un modelo de innovación muy asentado. En menos de diez años hemos pasado de la nada a que haya aceleradoras en todas las industrias".

Cooperación fructífera

Y es que, en muchas ocasiones, las grandes empresas y las de reciente creación comparten objetivos comunes, por lo que la cooperación entre ambas suele resultar fructífera. Al hilo de lo anterior, Pascual señala que "el interés es mutuo, ya que ambas partes salen beneficiadas. Las corporaciones generalmente aportan smart money a las startups, que consiste en inversión económica más capacidad de tracción y escalabilidad, infraestructuras, acceso a clientes, etc., y las startups aportan nuevos modelos de negocio, innovaciones, capacidad de flexibilidad y frescura para validar y pivotar nuevos modelos de negocio y tecnologías". En este sentido, Martín-Villa pone el énfasis en la importancia de buscar innovación fuera de la organización: "Las empresas saben que tienen que seguir investigando, pero también saben que esa innovación tiene que completarse con la que tiene lugar más allá de sus paredes. Por su parte, el emprendedor sabe que esas compañías pueden ayudarle a madurar el proyecto o, incluso, ser su principal cliente".

Sin embargo, este vínculo no debe verse como una relación de competencia, como explica el director de marketing de L'Oréal España, Jaime del Valle: "Es un ecosistema nuevo donde todos necesitan de todos. Las startups traen su velocidad y su enfoque de prueba y aprendizaje; y las grandes aportamos experiencia y red internacional". Precisamente esto lo pone en práctica L'Oréal por medio de acciones como su alianza con el mayor campus de startups del mundo, Station F, o a través de su incubadora tecnológica, creada en 2012.

No obstante, Megías aboga por una colaboración más allá del mundo de las incubadoras y aceleradoras de empresas: "Cuando se habla de este tema, la mayoría de la gente se pregunta por qué las grandes no compran startups, pero la realidad es que ése es el último paso. El primero es que las grandes sean clientes de las startups, es decir, igual no necesitamos que las multinacionales las compren, sino que sean sus clientes".

Lograr una mayor integración

Aunque España se sumó tarde al movimiento emprendedor, los expertos consultados coinciden en que estamos alineados con los países de nuestro entorno. No obstante, los agentes involucrados en el sector echan en falta que se dé un paso más: "Los programas de cooperación entre startups y grandes corporaciones tienen que evolucionar, para dar lugar a casos de éxito que llegen a ser referencias destacables a nivel europeo. Así, España se convertiría en un polo de atracción para startups europeas y latinoamericanas", apunta Pascual. Por su parte, Martín-Villa añade que "necesitamos más exits para incentivar inversores y emprendedores, más empleados que se animen a crear startups, y que sea menos caro y más fácil crear una en España que en Londres o Berlín".

Precisamente, un aspecto que también se echa en falta es el apoyo de la Administración Pública. En palabras de la directora de Desarrollo Corporativo de Grupo DIA, Raquel Beneitez, "la colaboración entre startups y grandes va a ir cada vez a más, pero nuestro mercado no es tan puntero como otros. En países como Francia o Alemania, el Gobierno está impulsando mucho la innovación, pero en España nos está costando, vamos a nuestro ritmo...". Justo en esta misma línea se pronuncia Martín-Villa: "Sería necesaria una mayor implicación de la Administración con respecto al tratamiento fiscal y de constitución de las startups". En definitiva, el ecosistema emprendedor demanda una mayor cooperación entre startups y grandes; un vínculo que evolucione hacia una relación en la que las multinacionales se conviertan en clientes de las compañías tecnológicas de reciente creación.

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