
Los viernes. Ese día que, en el contexto del trabajo, suele ser para muchos trabajadores cierto sinónimo de cierta relajación o al menos una menor intensidad. Para otros, los viernes suelen ser también un agobio, por la cantidad de cosas que no han conseguido cerrar durante la semana. Todo hay que decirlo.
Sin embargo, históricamente el viernes suele ser un día de salir antes o con jornada intensiva en muchas empresas. Ahora, tendencias como el teletrabajo o la jornada laboral de 4 días parecen haber llevado eso un paso más allá. Tanto que hace que cada vez menos empleados acudan a sus puestos, por causas de todo tipo, en el que hasta ahora el último día laborable de la semana.
La tendencia viene de Estados Unidos, donde el mes pasado solo el 30% de los oficinistas acudieron a la oficina los viernes, la cifra más baja de todos los días de la semana, según los datos que la consultora Kastle Systems y que analizan el tráfico en las oficinas de las 10 principales ciudades del país.
O los viernes son los nuevos lunes
Al ser preguntados, el viernes es, ya por delante del clásico lunes, el día que menos apetece ir a la oficina entre los trabajadores. En pocas palabras: los encuestados odian ir a la oficina antes o después del fin de semana.
En una época en la que la cultura del trabajo cambia rápidamente, los viernes en la oficina han tendido a la baja.
Se ha hablado mucho de cómo la pandemia ha cambiado para muchos su relación con el trabajo, haciendo que algunos empleados protesten por volver a la oficina y cada vez se experimente más con la jornada de 4 días.
En una época en la que la flexibilidad está por encima de todo, una semana laboral de cuatro días, incluso solo aplicado durante el verano, podría de retención infalible para mantener a los empleados contentes en un contexto en el que las condiciones más allá del sueldo cada vez se valoran más.