
El futuro del negocio hipotecario pasa por disputar los créditos ya concedidos y robárselos a la competencia. Las entidades deben convencerse de que urge potenciar la subrogación de préstamos, una actividad que en nuestro país muestra un nivel llamativamente bajo en comparación con el resto de la UE.
Una situación así está abocada a cambiar, porque cada vez será más difícil elevar el volumen de crédito nuevo. Sólo la inercia del envejecimiento de la población conduce a una caída de la demanda de vivienda capaz de superar el 20% en 2030.
Pero, además, influye el cambio de hábitos en los jóvenes, cada vez menos proclives a la compra inmobiliaria. El mercado hipotecario, por tanto, se estrecha y esa realidad obliga a responder con nuevas soluciones.