Editoriales

Las batallas pendientes de Fridman

Mikhail Fridman se apunta una victoria frente al consejo de Dia por el control de la empresa. Así lo quisieron los accionistas cuya baja asistencia (solo el 53%) dejaba el camino libre a LetterOne, el brazo inversor del magnate ruso, para imponer su hoja de ruta con la que pretende salvar a la cadena de supermercados.

Fridman gana por tanto una importante batalla pero deja a la empresa en una situación de completa incertidumbre, ya que su plan para reflotar Dia, que incluye una ampliación de capital de 500 millones, presenta dos condicionantes previos que aún no se han cumplido. El primero es el éxito de su opa a 0,67 euros la acción, que exige ser aceptada por la mitad del 71% de la empresa que aún no controla.

Además, primero la oferta debe ser aprobada por la CNMV. Hasta entonces, LetterOne se reafirma en su intención de no invertir dinero para sacar a la empresa de la situación de quiebra técnica en la que se encuentra, con un patrimonio negativo de 98 millones. La segunda condición es la batalla más complicada que Fridman aún debe disputar... y ganar. Se trata de llegar a un acuerdo con los bancos, algo que ya logró el consejo de administración, a los que la cadena adeuda más de 900 millones. Es cierto que a ninguna de las partes les interesa que Dia vaya a concurso. Pero eso no quiere decir que la banca otorgue un cheque en blanco a Fridman.

Lo normal es que exijan una inyección de capital que, al menos, reduzca el patrimonio negativo. Tiene dos meses para adelantar el capital y evitar el concurso. Pero, a cambio, logrará el visto bueno de las entidades, lo que permitirá a Dia superar la peor crisis de su historia. Si, por el contrario, Fridman no alcanza un acuerdo con la banca, condenará a la compañía a la quiebra.

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