
La inflación mostró un leve retroceso, de una décima, en julio y situó su tasa en el 2,2%, gracias al abaratamiento de los alimentos y los productos de ocio. Es posible que ambos capítulos muestren más descensos en meses venideros, pero no debe exagerarse el alcance de esas caídas sobre el IPC. Igualmente fuertes, o incluso superiores, son las fuerzas que lo impulsan al alza.
Así, la electricidad, pese a acumular ya un alza interanual del 8,1%, vuelve a subir ahora, en agosto, por causa de la ola de calor. En este mes, los carburantes también rozan máximos históricos y son factibles más alzas de su materia prima, el crudo. Es muy pronto, por tanto, para concluir que el IPC se acerca a su techo, lo que implica que el consumo puede ahondar su desaceleración.