Editoriales

Vigor bancario pese a los bajos tipos

imagen: Dreamstime.

El sector financiero español vuelve a exhibir músculo. No en vano los analistas esperan que sus beneficios crezcan un 30% en este año, hasta superar los 17.500 millones. Se trata de un resultado histórico que llevará a nuestros bancos al liderazgo de la zona euro, un puesto que perdieron en 2014 y que, desde entonces, acaparaban las entidades francesas.

Además, no debe hablarse de un repunte aislado, sino de una tendencia que tiene visos de que continuará en 2019 y que también se refleja en un indicador tan importante como es la rentabilidad de los bancos españoles. Esta variable, medida mediante la ratio de los beneficios respecto al capital propio (el llamado ROE), fue el mejor baremo de los estragos que causó la crisis.

Así, el ROE promedio de la gran banca de nuestro país cayó en 2012 hasta el 2%. El año pasado, sin embargo, se estima que superó el 7%, lejos aún de sus cotas históricas, pero con capacidad para igualar ya los registros previos a la crisis.

Esta buena evolución puede extrañar, considerando los retos que aún afronta el sector, como el escaso crecimiento del negocio crediticio, una normativa más exigente y, sobre todo, la cautela con la que el BCE normaliza su política monetaria, por culpa del lento avance de la inflación.

Sin embargo, sería un error considerar que la banca española está desarmada para resistir las demoras de las subidas de los tipos de interés. Los esfuerzos acometidos en años pasados por reducir activos improductivos, ganar solvencia y racionalizar estructuras dieron unos frutos que en otros países de la eurozona aún esperan. Nuestros bancos tienen ahora unos fundamentales que les permiten avanzar ya, sin fiarlo todo a las futuras alzas de tipos.

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