
Los efectos del lunes negro que vivieron esta semana los mercados estadounidenses se dejaron sentir en las bolsas asiáticas y europeas. En el Viejo Continente, sus principales índices abrieron ayer la jornada con caídas superiores al 3%, aunque al cierre las corrigieron parcialmente (el Ibex 35 terminó con una mengua del 2,53%).
Como resultado, los selectivos europeos están ya en los niveles de agosto pasado, cuando estalló el conflicto diplomático entre EEUU y Corea del Norte. En este caso, sin embargo, las caídas tienen una causa muy diferente, pero también bien identificada. El S&P hizo una pausa en el recorrido alcista más largo de su historia. Era una situación que los analistas esperaban que ocurriera y que, en este mes, halló una buena razón para materializarse.
El crecimiento del 3% de los salarios en EEUU impulsa a pensar que la Fed subirá tipos con más rapidez de lo esperado y esa expectativa dispara la rentabilidad del bono estadounidense y, de rebote, la propia del Bund alemán. La renta fija plantea así una seria competencia a la bolsa. Se trata de una situación que no será fácil revertir y, por ello, es posible que vuelvan a producirse bajadas en la renta variable.
Ahora bien, esas posibles caídas no cambian el escenario de fondo sobre el que los mercados se mueven, especialmente en Europa. Así, el PIB de la eurozona creció en enero a su mayor ritmo en 12 años, mientras que las estimaciones de beneficio para sus bolsas siguen pronosticando un alza del 9%. Sobre estas bases, no se puede afirmar que exista justificación para que el pánico cunda entre los inversores. Muy al contrario, con las debidas cautelas, pueden ver en las recientes caídas una oportunidad para comprar.