
Los pensionistas pierden cuatro puntos de poder adquisitivo desde 2010. Solo en 2017, la prestación se ha recortado un 1,65% frente a la inflación. Esta merma se debe a que desde 2013 la revalorización está desligada del IPC. El sistema establece una subida mínima del 0,25%, que también se repetirá en 2018, cuando se espera que los precios suban un 1,2%. Por tanto, los pensionistas volverán a perder.
Ahora bien, el sistema no siempre les perjudica, ya que permitió alzas cuando el IPC era nulo. Es más, el protocolo permite subidas superiores al 0,25% si la situación de la Seguridad Social es adecuada. El déficit de esta Administración evidencia que ése no es el caso. Por tanto, garantizar el futuro de las pensiones exige revalorizaciones cautelosas.