Editoriales

Precauciones frente a la renta fija

A finales de 2016, y principios de 2017, las perspectivas sobre la evolución de la renta fija eran muy diferentes a las actuales. Entonces, la victoria electoral de Donald Trump parecía inaugurar la era del resurgir de la inflación, a caballo del aumento de la inversión pública y de las rebajas de impuestos del nuevo presidente.

En este contexto, los bancos centrales reaccionarían acelerando la retirada de sus estímulos y el alza de los tipos de interés, un movimiento al que los inversores se anticiparon deshaciéndose de sus bonos, lo que provocó pérdidas de hasta el 2,6%. Pero el horizonte cambió.

Trump no se ha revelado tan buen negociador como se esperaba y la aprobación de sus políticas llevará tiempo. Mientras, en Europa, la evolución del IPC está lejos de ser alarmante (en España, descendió el mes pasado siete décimas respecto a abril) y la expectativa de que el BCE pudiera subir tipos este mismo año pierde fundamento.

A ello hay que añadir la menor incertidumbre política en la zona, gracias a la victorias de Emmanuel Macron en Francia y la pérdida de fuelle del Movimiento 5 Estrellas en las municipales italianas. Todo contribuyó, por tanto, a volver a hacer atractiva la renta fija europea, hasta el punto de que su precio sube desde marzo y, tras borrar las pérdidas del año, arroja ganancias del 0,19%.

Ahora bien, conviene no ser demasiado optimistas respecto al potencial de ese rally. Puede que se retrase, pero la normalización de las políticas monetarias es ya una tendencia real a escala global; de hecho, la Fed de EEUU volverá hoy a subir los tipos. Los inversores no deben perder de vista esta realidad y evitar los impulsos de adquirir masivamente este activo y arriesgarse a fuertes pérdidas futuras.

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