Los últimos marzos implican puntos de inflexión para el BCE. En el tercer mes de 2015, cuando se temía una nueva recesión, el eurobanco activó su primer programa de compra masiva de deuda. Un año más tarde, la persistente debilidad motivó otro paso histórico: extender sus adquisiciones a los bonos corporativos.
Marzo de 2017 supone también un hito, ahora por el optimismo que el presidente Draghi trasluce. El banquero central no sólo mantiene el plan de reducir a partir de abril el ritmo de compra de deuda, de 80.000 millones a 60.000 millones de euros mensuales. El BCE también espera más del crecimiento de la zona del euro en 2017 (lo eleva una décima, hasta el 1,8%) y, más importante, sube igualmente sus cálculos sobre el IPC y lo sitúa en el 1,7%, nivel que puede juzgarse estable.
Sobre esta base es posible prever que el alza de tipos se adelante a 2018, lo que aliviará a la banca. Sus niveles de rentabilidad tardarán en recuperarse (de hecho, los ingresos financieros caen todavía un 15 por ciento), pero la cotización de las entidades ya mejora . Y eso sólo supone buenas noticias para el índice bursátil más bancarizado de Europa: el Ibex 35.
De hecho, el selectivo español lideró ayer las alzas del Viejo Continente, con un avance del 1,5 por ciento, hasta cerrar al borde de los 10.000 puntos. Todo apunta a que los rebasará sin problemas. El impulso de Mario Draghi es lo único que faltaba para afianzar la fortaleza que ya insufló al Ibex la tendencia alcista de EEUU, una vez contagiada a Europa. Hay base, por tanto, para confiar en que el índice recupere, y supere, los niveles de finales de 2015, siempre que no se dé un viraje inesperado en la carrera electoral europea, que Holanda inicia en menos de una semana.