El desembarco de Emilio Saracho en la Presidencia del Banco Popular no se producirá hasta el primer trimestre de 2017, pero se van conociendo las condiciones que el exvicepresidente de JP Morgan ha aceptado para dar lugar a una transición ordenada. Lejos de dar lugar a virajes bruscos, Saracho tendrá a su lado al actual consejero delegado de la entidad. La trayectoria de Pedro Larena en Popular es corta, lo que no le ha impedido tomar ya decisiones de gran alcance, como implementar el reciente recorte de plantilla y oficinas, además de acometer la reorganización de toda la estructura comercial.
Además, su perfil es muy complementario con el propio de Saracho. Este último es todo un experto en banca de inversión, lo que le dota de las credenciales idóneas para pilotar las operaciones que Popular, muy previsiblemente, necesitará, como una ampliación de capital para captar un nuevo socio. Larena, por su parte, acumula una amplia experiencia en banca minorista, forjada, además de en Popular, en Deutsche Bank o en Banesto.
Pero aún hay otra importante prueba de la prudencia con la que el traspaso de poderes se efectuará: Sunrise sigue adelante. Este proyecto constituye el pilar fundamental del plan de saneamiento que diseñó el todavía presidente Ángel Ron. Se trata de una ambicioso iniciativa para lanzar una inmobiliaria cotizada, segregada del banco, capaz de absorber 16.000 millones en activos de este tipo.
Sunrise ya tiene el aval de varios bancos de inversión, lo que demuestra la buena orientación de la hoja de ruta que Ron definió para sanear el banco, por lo que no puede extrañar que luchara por garantizar su mantenimiento, antes de renunciar al cargo.
