Hasta ahora, China permitía al inversor internacional operar sólo en la bolsa de Shanghái, en la que tres de cada cuatro cotizadas son estatales y pertenecen a sectores tradicionales, como la construcción. Pero a finales de mes abrirá el veto y proporcionará acceso a la bolsa de Shenzhen. Este parqué, que alberga el Nasdaq chino, se nutre de firmas tecnológicas con perfil de crecimiento, representantes de la llamada nueva economía.
Ni que decir tiene que el movimiento aperturista de China, posibilitando la adquisición de estos títulos, supone una excelente oportunidad de inversión. Su perfil innovador coincide con el nuevo rumbo económico que China pretende imponer. Además en su gran mayoría son compañías privadas, lo que incrementa su atractivo y da más seguridad.
