Editoriales

Pedro Sánchez, cadáver solemne

Creyó Franco que se había muerto aquel 20-N de 1975. En realidad era ya cadáver desde los años 60, y no se había enterado. Porque en España la sociedad española era distinta y distante del esperpento de cartón-piedra en el que se estableció el tardofranquismo.

Algo así le ocurrió al ya exsecretario general del histórico PSOE, devenido en histérico personaje que está convencido que el mundo puede detenerse por su voluntad. "No es no. ¿Qué parte del no es la que no entiende?" Es el alfa y omega del pensamiento (es un decir) de Pedro Sánchez establecido en aquel "resistir es vencer"... mientras la República en desbandada pasaba la frontera francesa en aquel aciago 1938. Nunca dos derrotas pudieron dar tanto a un partido jibarizado por la inanidad política de su líder.

Era evidente que el PSOE no podría jamás formar Gobierno con sus escuálidos 80 diputados. Como también lo era que para llegar a la minoría necesaria precisaba de un aberrante contubernio separatista-populista donde debía sumar desde Podemos a ERC y Bildu, y que tal orgía parlamentaria significaría la fractura del PSOE o el contradios de conjugar la España unida con la España partida.

Esto es, la cuadratura del círculo. Y sobre todo resultaba también evidente que el Gobierno en minoría del PP estaba "cogido por donde más duele" por la mayoría opositora en el Congreso. Así jamás, jamás, el profesor contratado universitario señor Sánchez podría haber soñado que su debacle le daría la extraordinaria posibilidad de, ¡nada menos!, que liderar en posición-oposición de fuerza el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo controlando cada respiro y suspiro del Gobierno de Rajoy.

Porque cada Ley debería ser inevitablemente consensuada con el PSOE, Ciudadanos, Podemos y este PNV de un lehendakari lleno de sentido común que se llama Urkullu, las antípodas del mínimo Mas. Pues no. "No es no". Y Sánchez huele a muerto? y él tan campante.

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