
Ayer dio comienzo la semana que, desde hace meses, se espera como la más convulsa del año, especialmente para Europa, ya que coinciden dos citas de hondo calado. En siete días se decidirá la permanencia del Reino Unido en la UE y el Gobierno de la quinta mayor economía de la eurozona: España.
Es mucho lo que está en juego, por lo que sólo puede ser bienvenido el alivio que parece intuirse en el frente del Brexit. Así, la ventaja que han vuelto a recuperar en los sondeos los partidarios de la permanencia, propulsó a los mercados, con avances superiores al 3%, como el que ayer experimentó el Ibex 35.
Ahora bien, persisten factores que invitan a moderar todo optimismo. Sería ingenuo dar por hecha una victoria holgada del no a la segregación británica, conviene, por tanto, escuchar las advertencias lanzadas por el ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, protagonista del último Ágora de elEconomista sobre el impacto "negativo e importante" del aún posible Brexit sobre España.
De idéntica manera, son oportunos los avisos de De Guindos ante la situación indeseada, y todavía factible, que supondría el surgimiento en España de un Gobierno en el que Podemos influyera. No deben llevar a engaño ni la aparente moderación de la que el partido morado ha querido alardear en los últimos meses, ni la fortaleza de la que ha hecho gala la economía española desde diciembre, pese a la interinidad.
Como De Guindos dejó claro, el acceso al poder de Podemos supondrá un "rápido e intenso" deterioro del PIB. Es lo que cabe esperar de un programa populista y trasnochado que aboga por recuperar los errores del pasado, como las alzas de impuestos, el mayor gasto público o el desprecio a la confianza de los mercados.