
El pasado febrero se cumplió el primer aniversario de la salida a bolsa de Aena. Hubo motivos para la celebración en la medida en que, en estos poco más de 12 meses, es indiscutible que el gestor aeroportuario es una de las estrellas del Ibex 35. Pero la empresa no sólo puede mirar con satisfacción a su pasado reciente, sino también a sus expectativas de futuro.
No en vano, de acuerdo con sus cuentas relativas al primer trimestre, la compañía da por asegurados unos ingresos medios anuales de 550 millones hasta el ejercicio 2020, derivados del arrendamiento de los espacios comerciales disponibles en las instalaciones aeroportuarias.
Son cálculos bien fundamentados, en primer lugar, debido a la gran diversificación que esta actividad presenta en los aeropuertos, ya que abarca desde la hostelería, hasta el comercio en sus modalidades de libre de impuestos y ordinario, pasando incluso por los aparcamientos. A ello, debe sumarse el auge que el comercio experimenta en este ámbito, al calor de la recuperación del turismo, que está impulsando a niveles récord las cifras de llegada de visitantes y de tráfico de pasajeros aéreos, ya que esta última variable avanza a tasas superiores al 14%.
Pero el mejor síntoma de este momento dulce se halla en los acuerdos ya renovados con Aena por parte de primeras enseñas de la distribución, como Zara o Mango, o del sector restaurador (por ejemplo, McDonald's). La existencia de estos ingresos recurrentes y asegurados debe considerarse una cierta garantía de futuro para Aena en unos momentos como los actuales, marcados por la inestabilidad política, que podrían ser muy dañinos en una empresa en la que el Estado aún posee el 51%.