Editoriales

Nueva política comercial en la banca

La venta de productos financieros fue, el año pasado, muy fructífera para la banca española. Lo demuestra el hecho de que los ingresos derivados de las comisiones en su política comercializadora alcanzaron los 4.210 millones de euros, un 14,1% más con respecto a 2014. Esa cifra se sitúa muy cerca de los niveles previos a la crisis y denota que algo está cambiando en las prácticas más arraigadas propias de las entidades de nuestro país.

Es bien conocido que el porcentaje que las comisiones suponen en el total de los ingresos bancarios ronda el 23 por ciento, lo que lo distingue como el más bajo de la Unión Europea. La causa estriba en la operativa tradicional en nuestro país, que siempre ha primado la vinculación del cliente, bonificando parte de sus servicios. Se trata de una política difícil de mantener, sin buscar compensaciones de algún tipo, en el actual contexto de tipos de interés en mínimos, que han minado los márgenes del negocio crediticio y han perjudicado la rentabilidad de las entidades.

Por ello, es razonable que los bancos se lancen a la comercialización de fondos de inversión, de pensiones o seguros que generan altas comisiones y, además, presentan ahora un claro atractivo para los clientes. Estos últimos se han dado cuenta de que los bajos tipos tardarán en marcharse, por lo que buscar rentabilidad en los depósitos tradicionales es una apuesta perdida. Los bancos tienen ahí, por tanto, un nuevo motor para avivar sus ingresos, aunque no deben perder de vista que las nuevas iniciativas regulatorias van a presionar a la baja las comisiones. En consecuencia, no se puede confiar en estas últimas el grueso del esfuerzo que aún queda por hacer para reanimar la rentabilidad.

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