
Las bolsas europeas siguen inmersas en su rebote más largo desde agosto, acumulando ya un alza del 10%. Los motores de la buena racha son claros: el hecho de que el crudo tiene visos de haber tocado suelo, mientras se modera la demanda de yenes y euros, motivada por el afán especulativo de obtener recursos para invertir en dólares. La mejor prueba del vigor de estos factores ha sido su capacidad para hacer olvidar a los mercados el peor dato de actividad manufacturera en China de los últimos 4 años.
Por tanto, si la volatilidad aún reinante no lo impide, Europa está en condiciones de mantener el rebote hasta la próxima prueba de fuego, la reunión del BCE del día 10, en la que no se puede descartar que el banco central decepcione, como ocurrió en diciembre.