
La industria fue uno de los sectores que la crisis golpeó con más virulencia en España, hasta el punto de perder un millón de empleos en el apogeo de las turbulencias. Pese a la dureza del embate, el sector secundario, lejos de derrumbarse, ha sido aquél en el que "comenzó la recuperación", como ayer destacó el director de la Oficina Económica de Presidencia del Gobierno. Álvaro Nadal, en su discurso de inauguración de las jornadas sobre 'Reindustrialización y crecimiento' organizadas por elEconomista, fue claro a la hora de señalar la causa de este ímpetu: la industria fue pionera al tomar conciencia de que el despertar económico no podía provenir sólo de la reanimación de la demanda; también era necesario "modernizar la oferta".
En un mundo globalizado, no se puede acometer una renovación así sin propiciar altas ganancias de competitividad. Constituye un mérito de la industria haber aprovechado a fondo todo oportunidad para lograrlo. Halló un gran aliado en la reforma laboral de la ministra Báñez y, como la titular de Empleo destacó en el mismo foro, uno de cada dos empleos industriales que surgen en la eurozona se origina en España. Conviene ahondar esa tendencia, ya que el sector secundario no sólo beneficia cuantitativamente al mercado de trabajo, sino también cualitativamente, ya que crea empleo de calidad y de alta cualificación.
El momento es el propicio, ya que nuevos factores, como la práctica anulación del IPC, alimentan la competitividad de nuestra industria mientras la recuperación está en velocidad de crucero. Conviene aprovechar ésta, no para construir una economía monopolizada por el sector servicios, sino para culminar una reindustrialización que será sinónimo de empleo, crecimiento e innovación.