
El saneamiento al que se sometió el sector financiero en España, el estancamiento de la morosidad y, sobre todo, la debacle de la remuneración a los depósitos (hasta el 0,17%) han dado sus frutos en la banca. No en vano la diferencia entre sus ingresos y costes financieros creció más de un 1% en 2014.
Ahora bien, las cifras del Banco de España también reflejan hasta qué punto el negocio bancario por definición sigue tocado: en cinco años los ingresos por concesión de créditos cayeron un 55%, hasta 39.287 millones. La rentabilidad de la banca, por tanto, sobrevive gracias a la reducción de costes y es una vía agotada. Sólo con una recuperación real del crédito, al compás de la recuperación, se alcanzará una normalización aún pendiente.