Economía

Cumbre sin garantías para renovar la cúpula de la Unión Europea

  • Los líderes reconocen pocos avances pesa a los intensos contactos
Foto: Archivo

Los 28 jefes de los Ejecutivos de la UE se volverán a encerrar por tercera vez en algo más de un mes con un objetivo único: acordar al menos quién presidirá la Comisión Europea a partir de noviembre. El plan inicial, y que aun quiere mantener el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, era cerrar también el resto de los altos cargos que quedarán disponibles hasta el otoño: presidencia del Consejo Europeo, del BCE, Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad y, de rebote, la presidencia del Parlamento Europeo.

Sin embargo, los choques entre Francia y Alemania, el cuestionamiento al procedimiento de candidato principal que defienden las principales familias políticas, los vetos cruzados y la fragmentación de la Eurocámara han complicado el acuerdo y son varios los Gobiernos que se conforman con que la cumbre que arrancará mañana a las 6 de la tarde, y tiene previsto alargarse hasta el desayuno del lunes, consiga consensuar el nombre del jefe del Ejecutivo comunitario.

Último intento

El último intento para allanar el camino se ha producido durante el G-20, celebrado este fin de semana en Osaka . Allí los europeos han continuado explorando posibles combinaciones. El presidente francés, Emmanuel Macron, advirtió que sin acuerdo Europa corre el riesgo de caer en la "disfuncionalidad"

A pesar de la diplomacia de teléfono dentro los partidos europeos, y entre Tusk y los jefes de los Ejecutivos, la carrera sigue abierta. Fuentes europeas informaron a este diario que Tusk habló en Osaka con Macron, con la canciller alemana Angela Merkel, con el presidente del Gobierno Pedro Sánchez y con el italiano Giuseppe Conte. Tiene previsto encontrarse con el holandés Mark Rutte. Hablará por teléfono con los que no están en Japón, algunos ya llamados en los últimos días.

El jefe de un Ejecutivo de centro-izquierda comentó a elEconomista fuera de micrófonos que, tras los últimos contactos, la situación apenas había avanzado tras la cumbre del 21 de junio.

El Consejo Europeo acabó con el descarte del alemán Manfred Weber, el cabeza de lista del PP Europeo y considerado por los suyos como el aspirante legítimo para la Comisión por haber ganado esta formación las elecciones europeas.

Tensiones en eje franco-alemán tras el descarte de Weber para el Consejo Europeo

Macron fue el artífice de su caída, lo que provocó tensiones en un eje franco-alemán que no atraviesa su mejor momento. El rechazo frontal de los grupos de los socialdemócratas y los verdes en la Eurocámara terminaron de darle la puntilla. Su caída arrastró a los candidatos de las otras formaciones, sobre todo al socialista Frans Timmermans y la liberal Margrethe Vestager.

Aun así, son varios los líderes y los altos cargos que no descartan que sus nombres puedan volver sobre la mesa. No solo por la falta de opciones sino también para evitar un conflicto institucional con el Parlamento que complique aún más la elección. Los eurodiputados deben dar su bendición a mediados de julio al nombre que elijan los líderes.

Si caen los cabezas de cartel de los partidos, el campo se abre y la imaginación vuela. Entre las opciones más repetidas aparece el francés Michel Barnier, del PPE y capaz de reunir más apoyos que Weber. Algunos incluso han propuesto que Tusk pase del Consejo Europeo a la Comisión Europea. E incluso diplomáticos de socios meridionales han propuesto que Mario Draghi se traslade del BCE a la Comisión. La coincidencia del final de su periodo con el arranque del nuevo mandato comunitario da alas a los más creativos. Desde luego no le faltaría respeto y reconocimiento, también en la Eurocámara. Pero la batalla para salvar a Europa sería más difícil que para proteger a la moneda común.

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