
Al BCE se le agota el tiempo para comenzar desenfundar su arsenal ante un frenazo económico más profundo de lo esperado en la zona euro. El último truco que Mario Draghi, presidente de la institución, que se sacó de la chistera fue recuperar nuevas rondas de liquidez para los bancos para impulsar el crecimiento y elevar los precios. De este anuncio hace ya casi tres meses y la incertidumbre sobre la economía europea todavía no se ha disipado.
Para septiembre está fijada el lanzamiento de las conocidas TLTRO III, operaciones de financiación a largo plazo para el sector financiero, que consisten en préstamos en condiciones ventajosas. Pero todavía queda por definir esas condiciones y que intereses se aplicará en las cuatro subastas previstas. El BCE deberá definirlas en la próxima reunión del 6 de junio o apurar en la julio, antes de vacaciones.
El debate está abierto en el seno del BCE, mientras los economistas de la entidad están preparando las previsiones que deberían de ofrecer las pistas suficientes para marcar el camino de la política monetaria hasta Draghi abandone su cargo en octubre. Las datos que dejaron entrever las últimas actas del BCE apuntan que la nueva ronda de liquidez pueden ser insuficiente para acercar los precios al objetivo del 2% del banco.
Según Bloomberg, algunos miembros del Consejo de Gobierno están perdiendo la confianza en las nuevas TLTRO. Los datos que se manejaron no dejaron un escenario fiable con una desconexión entre las encuestas y los indicadores del mercado. Por otro lado, el PIB y el consumo mostraron resistencia ante la desaceleración económica, pero la inflación siguió bajando. El BCE lo achacó a los efectos de la Semana Santa, algo que no fue descaminado tras el repunte de los precios en abril. Sin embargo, el BCE mantiene su previsión de IPC a la baja para este año.
El Consejo está divido entre los miembros que prefieren generosos en los términos de las subastas o más restrictivos
Además, dentro del Consejo sigue habiendo voces discrepantes mantener una política monetaria laxa. El presidente del Bundesbank y uno de los candidatos a suceder a Draghi, Jens Weidmann, ha verbalizado la disonancia que hay en el BCE. El banquero alemán dijo que no hay motivos para que el BCE adopte nuevas medidas en referencias a las inyecciones de liquidez para los bancos. "No estamos ante una caída de precios en la que estemos obligados a reaccionar", incidió este fin de semana.
El Consejo está divido entre los miembros que prefieren generosos en los términos de las subastas con los bancos, mientras el ala dura prefiere condiciones más restrictivas para reducir la dependencia de los bancos del BCE y facilitar la salida de la política heterodoxa actualmente aplicada. De hecho, una de las razones para preparar nuevas inyecciones son el vencimiento de las de 2016. "En las actuales circunstancias, creemos que el precio del primer TLTRO podría ser bastante generoso", indica Peter Vanden Houte de ING.
La decisión final estará vinculada a la predisposición del uso del resto del arsenal que tiene en el BCE. Una de las posibilidades es reactivar el programa de compra de deuda que quedó detenido el pasado mes de diciembre. También puede recurrir a recortar aún más las tasas de depósitos que se sitúan en el -0,4%, una situación que provoca que el BCE cobre a los bancos por la liquidez aparcada en la institución. "El recorte sigue siendo una posibilidad remota, pero algo que ciertamente se consideraría si el Consejo de Gobierno tuviera que contemplar un nuevo recorte de tasas interés", considera Vanden Houte.
Draghi encuentra poco apoyos para escalonar los tipos negativos de los depósitos
Esta derivada abrió hace meses el debate de escalonar la tasa negativa de los depósitos para paliar los efectos negativos en la banca. Una medida impulsada por el propio Draghi pero que ha tenido escaso entusiasmo en el Consejo de Gobierno.
Más lejos queda alejar aún más la primera subida de tipos de interés, actualmente programada por el BCE para finales de 2019, aunque el mercado anticipa que no se moverán hasta marzo de 2020. Además, de que significaría hipotecar al sucesor de Draghi.
En las últimas previsiones el BCE contemplaba un repunte de la economía para el segundo semestre del año. Pero esa incógnita no está ni mucho menos despejada con el recrudecimiento de la guerra comercial. A final de año, la economía del euro comenzó desacelerar por el descenso del comercio exterior y un parón en la industria europea. Una desaceleración que parecía que se iba a prolongar en el primer trimestre año, pero que no se produjo gracias al tirón del servicios y el consumo.
"El panorama general sigue siendo uno de crecimiento por debajo de las expectativas y las últimas actas demuestran que el BCE está luchando para mantener al alza las expectativas de inflación", señala Aline Schuiling, economista senior de ABN Amro.
Alemania es otro de las incógnitas que planea sobre el BCE y las expectativas de inflación. La primera economía del euro es la más expuesta a las tensiones comerciales en plena transición tecnológica de su poderosa industria del automóvil. Al igual que la zona euro, en el primer trimestre el crecimiento germano sorprendió al alza por la demanda interna. Pero en ambos casos existe el riesgo que el parón del sector manufacturero termine contagiando al sector servicios. El PMI de servicios de mayo ya indicó una caída inesperada del sector terciario.