
La novena ronda de conversaciones entre EEUU y China hace pensar que ambos países podrían concretar definitivamente su esperado acuerdo comercial para acabar con la guerra arancelaria en curso en las próximas cuatro semanas.
El presidente Donald Trump ya adelantó que el contenido de las conversaciones implica que China comprará "más de lo que cualquiera podría creer", en referencia a la posibilidad de que el gigante asiático aumente sus importaciones de bienes estadounidenses hasta los 1,2 billones de dólares durante los próximos años. En los borradores del mismo, China se comprometería a comprar más productos estadounidenses, incluida soja y productos energéticos, hasta 2025.
Sin embargo, este compromiso entre Washington y Pekín, que tendría como objetivo reducir la brecha comercial entre ambos países que alcanzó un récord de 419.200 millones de dólares el año pasado, se convertirá en un arma de doble filo que afectará directamente a países como Australia, Brasil, Francia, Alemania, Japón, Rusia, Singapur, Corea del Sur, Taiwán, Tailandia, Emiratos Árabes Unidos, Ucrania y Vietnam, que según Citi, corren el riesgo de perder cuota de mercado estadounidense.
"El desplazamiento que generará el acuerdo comercial bilateral entre EEUU y China puede generar menores flujos comerciales y un menor crecimiento del PIB mundial", avisa Dana M. Peterson, economista de Citi, quien considera que las obligaciones del acuerdo "serán perjudiciales y costosas".
Algunos ejemplos que plantea Peterson en un análisis publicado la semana pasada, ponen de manifiesto como una compra anual adicional por parte de China de de soja estadounidense por valor de 15.000 millones de dólares desplazaría a Brasil e impactaría de lleno a Uruguay. Algo similar ocurre con el crudo. Un aumento extraordinario al año por valor de 47.000 millones de dólares de las importaciones procedentes de EEUU generaría problemas para Rusia pero también para los exportadores árabes.
En la actualidad EEUU es el principal proveedor de vehículos y aviones comerciales a China pero busca obtener una mayor cuota de mercado en el gigante asiático, algo que perjudicaría directamente a Alemania y Japón en el caso de la industria automotriz y tanto a Francia como, de nuevo, a Alemania en el caso del sector aeronáutico.
Desde Citi constatan que los objetivos de la administración Trump y China de aumentar el comercio bilateral en aproximadamente 1,2 billones en los próximos seis años.