
Justo cuando las inversiones chinas en el continente están más cuestionadas, el Gobierno italiano ha decidido tender la alfombra roja al capital chino. O parte del Ejecutivo. Porque el acuerdo que ha negociado una mitad de la coalición gobernante para incluir a Italia en la nueva Ruta de la Seda china no solo preocupa en algunos rincones de Bruselas.
También amenaza con crear una nueva crisis en la volátil alianza que mantienen los populistas del Movimiento 5 Estrellas y la extrema derecha de la Liga en Roma.
Y todo ello mientras el líder de la Liga, Matteo Salvini, ya considera romper la coalición para aprovechar en las urnas su empuje tras las elecciones europeas de mayo. Las proyecciones indican que no solo ganaría en Italia con diferencia, sino que además la Liga se convertiría en el segundo partido en la Eurocámara.
El origen de semejantes tensiones económicas y políticas es el memorando de entendimiento que desde el otoño negocian Roma, o más bien su Ministerio de Desarrollo Económico, en manos de M5E, y Pekín. Su viceministro Michele Geraci, encargado del acuerdo, es un gran impulsor de las relaciones de su país con los chinos.
El borrador del memorando, visto por elEconomista, abre la puerta a la financiación de China para el desarrollo de "carreteras, ferrocarriles, puentes, aviación civil, puertos, energía y telecomunicaciones", reflejando el gran apetito inversor de los chinos en la tercera economía del euro. Empresas chinas ya tienen presencia en sectores estratégicos en varios socios como Portugal (energía) y Grecia (puertos), entre otros. Además, dio un susto a los alemanes al hacerse en 2016 con Kuka, su joya de la corona en robótica avanzada.
Recesión técnica
Italia busca en este momento nuevas inversiones para relanzar su economía, en plena recesión técnica. Mientras, Bruselas se dispone a redoblar de nuevo la presión sobre el país debido al nuevo desajuste presupuestario que provocará la caída del crecimiento.
Con este memorando de entendimiento, Italia se convertiría en el primer país del G-7 en quedar incluido en el ambicioso plan de infraestructuras chino, que busca reforzar las conexiones para el transporte y el comercio.
No sería el primer socio de la UE en formar parte de la iniciativa china, llamada "One Belt, One Road" (Un cinturón, una ruta). Hungría fue el primero en sumarse al grupo de más de 80 países de Europa, Asia, África que abarca este proyecto de infraestructuras mastodónticas, el más ambicioso de la historia.
La firma del acuerdo, que no resulta vinculante, estaba previsto celebrarse durante la primera visita del presidente chino, Xi Jinping, al país entre el 22 y 24 de marzo. Sin embargo, la casi conclusión de las negociaciones entre las autoridades italianas y chinas, que confirmó Geraci la semana pasada, puso en guardia a la Liga, quienes han pedido al Gobierno que lo ponga en cuarentena para "reflexionar".
Los recelos que despierta China no solo proceden de la proteccionista Liga. También abarca ya a casi la totalidad de socios de la UE. Los Estados miembros dieron la pasada semana su visto bueno a un mecanismo para controlar a nivel europeo las inversiones extranjeras en sectores sensibles, sobre todo con la mirada puesta en el gigante asiático.
La visita de Xi a Italia llegará además al mismo tiempo que los líderes europeos discuten esos días su estrategia para lidiar con China. Los embistes de Donald Trump, en comercio o cambio climático, han empujado a los europeos a los brazos de Pekín, a pesar de que desconfían de sus iniciativas diplomáticas y económicas, incluida la nueva Ruta de la Seda. Tampoco convence el formato 16 + 1, que incluye a un grupo liderado por China y 11 Estados miembros de la UE, además de otros países europeos.
Políticas agresivas
Asimismo, las tensiones comerciales globales actuales nacen de las agresivas políticas económicas chinas. Parte de su crecimiento se ha basado en subsidios que han derivado en el dumping de su acero en medio planeta y el robo de propiedad intelectual.
Más recientemente, la Comisión Europea y varios socios han advertido sobre el riesgo de trabajar con Huawei y otras empresas chinas por la cesión de información que tienen que realizar a sus servicios de Inteligencia.
La nueva Ruta de la Seda también ha provocado la polémica en aquellos países donde ha pasado, debido a las estrictas condiciones que impone y elevado endeudamiento que genera en los países donde aterriza, sobre todo naciones en desarrollo. Pakistán y Malasia ya cancelaron proyectos acordados.
Y no solo es el aumento de la deuda italiana (132% de su PIB), lo que podría preocupar a Bruselas en el memorando si finalmente llega a la firma.
El borrador también roza áreas comunitarias: proyectos financiados por fondos de la UE y el desarrollo de estándares técnicos y regulatorios.
Así, el documento señala que se respaldarán "las sinergias entre la Iniciativa Belt and Road y las prioridades identificadas en el Plan de Inversión para Europa -el plan Juncker- y las redes transeuropeas".
El pasado miércoles, una portavoz de la Comisión ya advirtió de que cualquier cooperación con China debería tener lugar adhiriéndose a "las normas de mercado, a los requisitos y estándares de la UE e internacionales".