Jarro de agua fría en China. El Gobierno de Pekín ha rebajado su previsión de crecimiento económico a una horquilla de entre el 6,5% y el 6% para este año después de registrar un avance del 6,6% durante 2018, mínimos de hace tres décadas. Las tensiones arancelarias con EEUU, el mayor socio comercial de China, han ejercido una fuerte presión sobre la economía y los mercados financieros del gigante asiático.
Habría que remontarse a 1990 cuando la segunda economía mundial frenó de forma drástica su crecimiento tras la revuelta de Tiananmen, su represión y las posteriores sanciones internacionales. "Debemos estar completamente preparados para una dura lucha", ha asegurado el primer ministro Li Keqiang en la apertura de la reunión anual del Parlamento de China. "Las dificultades a las que nos enfrentamos no deben ser subestimadas, nuestra confianza no debe debilitarse y la energía que dedicamos a nuestro trabajo no debe disminuir", apuntó.
Así, ante un crecimiento menor de lo esperado, el Gobierno chino ha dado un paso al frente y ha anunciado un importante paquete fiscal, así como un plan público de inversiones. En particular, Keqiang ha confirmado un recorte de impuestos a las empresas por valor de cerca de dos billones de yuanes (263.000 millones de euros). Este recorte es mucho más agresivo que el implantado en 2018 (1,3 billones de yuanes)
Li aseguró que China vigilará de cerca el empleo en las empresas exportadoras especialmente expuestas al mercado estadounidense y que reducirá el IVA para el sector manufacturero del 16% al 13%. El IVA para los sectores de transporte y construcción se reducirá desde el 10% al 9%. También ha apostado por incentivar la financiación a las pequeñas y medianas empresas. El primer ministro chino se ha comprometido a aumentar los créditos en torno a un 30%.
Plan público de inversiones
En cuanto las inversiones, Pekín destinará un 13,4% más a ciencia y tecnología, una de las claves del desarrollo del gigante asiático. Según lo previsto, China aumentará su gasto público un 6,5% e incrementará su déficit hasta el 2,8% (0,2 puntos más que el año pasado).
Entre la cuantiosa inversión pública proyectada, el gasto en infraestructura se expandirá, con proyectos ferroviarios por valor de 800.000 millones de yuanes (105.234 millones de euros) y de construcción de carreteras y de vías fluviales y marítimas por 1,8 billones de yuanes (236.777 millones de euros).
Además, Pekín invertirá un 25% más que el pasado año en combatir la contaminación atmosférica, al tiempo que incrementará el presupuesto de Defensa en un 7,5%, lo que supondrá, con todo, un aumento ligeramente menor que el del 8,1% registrado en 2018. Se trata del cuarto año consecutivo en que el gasto de Defensa crecerá a un ritmo de un solo dígito, cuando lo había hecho a dos en los cinco años anteriores.