Economía

May acude a Bruselas convencida de no eliminar la salvaguarda irlandesa

  • Se enfrenta a la negativa a sus propuestas y a la oposición del ala conservadora
La primera ministra de Reino Unido, Theresa May. Autor: EFE.

Theresa May viaja mañana a Bruselas con la cuestionable intención de garantizar cambios en la salvaguarda irlandesa, desafiando tanto la pública negativa de la Unión Europea a renegociar el acuerdo del Brexit como el conocido rechazo del ala dura de su partido a cualquier solución que no pase por eliminar la controvertida cláusula de seguridad.

Aunque oficialmente el Gobierno sigue barajando tres planteamientos, la primera ministra evidenció ayer en Irlanda del Norte su escepticismo ante las viabilidad real de los "arreglos alternativos" analizados actualmente por un grupo de trabajo constituido por el propio Ejecutivo.

Intencionadamente, o forzada por la presión de los empresarios locales, partidarios de la salvaguarda -a diferencia de los unionistas del DUP de quienes depende para gobernar-, la primera ministra descartó un acuerdo sin esta medida de contingencia.

La renegociación a la que aspira pasaría por un límite temporal que garantice que Reino Unido no quedaría atrapado permanentemente en una unión aduanera; o un mecanismo de salida unilateral, que apuntale la independencia británica.

Ambas opciones habían sido descartadas en el pasado, pero la claudicación de May al atentar contra el plan que ella misma había cimentado con los Veintisiete las ha recuperado para el debate.

Fiel a su estrategia de ambigüedad calculada, la premier prometía sacar el acuerdo adelante sin aclarar en qué consistirían los "arreglos alternativos" que, por primera vez, lograron unir a los conservadores en materia de Brexit.

Por ello, aceptar que la cláusula de seguridad es irreemplazable representa un progreso cualitativo, ya que May demuestra haber comprendido que Bruselas va en serio cuando advierte de que no puede haber acuerdo sin salvaguarda.

"No pretendo convencer a la gente de aceptar un plan que no contenga esta medida de seguridad para el futuro", declaró, antes de añadir que "lo que el Parlamento ha dicho es que debería haber cambios" en la misma.

Concretarlos supondrá una bajada a la realidad, puesto que ni los eurófobos aceptarán concesión alguna, ni Bruselas está dispuesta a ceder en las condiciones que creía haber dejado claras hace meses: ni la salvaguarda puede tener fecha de caducidad, ni las partes podrán abandonarla unilateralmente.

"Lo que el Parlamento ha dicho es que debería haber cambios"

Para la UE, cualquiera de las dos ideas amenaza la integridad del mercado común y expondría a uno de sus valiosos miembros, Irlanda, al riesgo de una frontera dura que amenazaría con reabrir conflictos.

De ahí las sombras que pesan sobre la visita de la primera ministra al sur del Canal de la Mancha, sin ideas nuevas y sin haber logrado una alianza parlamentaria que permita vislumbrar un desbloqueo.

En el continente prevén escucharla, pero el riesgo de regresar con las manos vacías, a menos de una semana de concretar su próxima estrategia en Westminster, es tan elevado como el de una ruptura no pactada por accidente.

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