Economía

EEUU y China retoman la negociación comercial con diferencias tecnológicas

  • La Casa Blanca pretende que Xi dé su brazo a torcer
Donald Trump y Xi Jingping. Foto: Reuters.
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Aunque el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, inició la velada bromeando sobre cómo la asignación de asientos en la cena que mantuvieron el presidente Donald Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, en Argentina a finales del año pasado fue clave para determinar qué funcionarios saldrían en la foto, el tono en las conversaciones iniciadas este miércoles en Washington fue más bien sobrio.

Precisamente fue en las inmediaciones del Grupo de los 20, donde Trump y Xi dieron comienzo el pasado 1 de diciembre a una tregua comercial que ha puesto freno al incremento de los aranceles, pero que tiene previsto expirar el próximo 2 de marzo. Hasta la fecha, China ha ejercido algunos pasos tácticos. El gigante asiático retiró temporalmente los gravámenes extraordinarios implantados a los vehículos estadounidenses y se comprometió en las reuniones de perfil medido mantenidas el pasado 7, 8 y 9 de enero en Pekín a comprar una mayor cantidad de productos y servicios estadounidenses. Sin embargo, Lighthizer y su equipo, que también cuenta con la presencia del halcón comercial, Peter Navarro, asesor comercial de la Casa Blanca y quien mostró cara de no estar para bromas, buscan que la Administración Xi dé su brazo a torcer con reformas de calado que acaben con la transferencia forzada de tecnología de las compañías estadounidenses que operan en China, así como una mayor protección de la propiedad intelectual y eliminar buena parte de los subsidios estatales chinos a las compañías locales.

Peticiones a las que el viceprimer ministro chino, Liu He, quien estuvo escoltado el miércoles por Yi Gang, gobernador del banco central chino, entre otros altos funcionarios, hacen guiños modestos. Esta semana el gigante asiático daba su visto bueno a la agencia de rating estadounidense Standard & Poor's para que pueda operar poniendo nota a los bonos chinos como una entidad propia y sin subsidiarias chinas. El pasado noviembre, American Express se convirtió en la primera red de tarjetas de crédito extranjera en obtener la aprobación del banco central para establecer servicios de gestión de tarjetas en China.

Tímidos avances de apertura que podrían ser suficientes para el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, o Larry Kudlow, director del Consejo Económico Nacional, quienes realmente buscan que China aumente las importaciones procedentes de EEUU con la meta de reducir la brecha comercial, que el año pasado superó los 323.000 millones de dólares y una orden clara del propio Trump. Pekín habría mostrado su disposición a aumentar las compras procedentes de EEUU hasta un total de un billón de dólares hasta 2024, especialmente en bienes agrícolas y energéticos.

No obstante, Lighthizer, Navarro y el secretario de Comercio, Wilbur Ross, quienes forman parte del ala más escéptica en lo que a compromisos y verificación del gigante asiático se refiere, insisten en que la segunda mayor economía del mundo debe acometer reformas de calado.

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