
Si de algo se está hablando, y mucho, desde que se presentó el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para este año es de la inverosimilitud de sus ingresos, particularmente de los esperados por medidas adicionales, que suman la nada despreciable cifra de 5.654 millones de euros. El Gobierno argumenta que se pueden salvar con una argucia contable. ¿Es esto posible? Ni mucho menos.
Primero, la madre del cordero. Más allá de si la cifra de ingresos comentada está hinchada o no, hay dos medidas que son fundamentales para que se haga realidad: los impuestos a los servicios digitales y a las transacciones financieras, las ya famosas y normalizadas (tanto que la Fundeu, órgano que nos recomienda a los medios cómo emplear determinadas palabras, indica que ya no tienen por qué escribirse en cursiva, como el lector puede comprobar en este artículo) tasas Google y Tobin, que suponen unos 1.200 millones y 850 millones, respectivamente.
Pero a día de hoy es imposible que este vaticinio se cumpla: los proyectos de ley correspondientes ni siquiera se han comenzado a debatir en el Congreso de los Diputados y en el más optimista de los plazos estos tributos se activarán en octubre.
Es decir, que de donde antes salían unos 2.050 millones de euros ahora podrá haber, siendo optimistas, unos 300 millones. Sin embargo, el Gobierno y su ministra de Hacienda, María Jesús Montero, aseguran e insisten que hay plan B en marcha: un adelanto del IVA en 2019 que permitirá a las Administraciones Públicas disponer de 13 meses de recaudación de este impuesto, unos 5.000 millones adicionales, la mitad para el Estado y la otra mitad para las comunidades autónomas, que además este año veían peligrar la parte del IVA que les correspondía por una reforma del sistema contable de este impuesto ejecutada por Cristóbal Montoro en 2017.
"Las arcas del Estado, y sobre todo la Contabilidad Nacional, son muy delicadas y notan la argucias contables, por muchos colchones que se pongan"
Esto es lo que en la última semana el Ejecutivo y sus portavoces han venido a llamar el colchón del IVA. Sin embargo, como en el cuento de La princesa y el guisante, del danés Christian Andersen, las arcas del Estado, y sobre todo la Contabilidad Nacional, son muy delicadas y notan la argucias contables, por muchos colchones que se pongan.
Los 5.000 millones mencionados no son ni más ni menos que un adelanto, un anticipo contable: no son recaudación real. Precisamente, como contamos en elEconomista el mismo día que el Consejo de Ministros dio a conocer el proyecto de Presupuestos, son un ardid que no se puede camuflar en la Contabilidad Nacional y que ha sido denunciada por la oposición y por expertos consultados por este periódico. ¿La clave? Que no suponen ingresos adicionales reales.
De hecho, lo que Montero planteó en un principio para lograr que las regiones cobraran el famoso IVA perdido de 2017 en 2019 eran créditos creados ad hoc sin intereses para no reventar las expectativas económicas de las autonomías. Un plan verosímil, pero que no hubiera encajado con la estrategia del colchón del IVA del Gobierno.
Queda conocer las nuevas evaluaciones de la Autoridad Independientes de Responsabilidad Fiscal (AIReF) y de la Comisión Europea, pero es difícil que dejen pasar la creatividad contable de Hacienda. A diferencia de los que tramaba Aníbal Smith en la serie El Equipo A, no todos los planes salen bien.